Rúbricas Número Especial 2

29 Nosotros como jóvenes tenemos muchas aspiraciones; una de ellas es cursar una carrera profesional para poder tener una mejor vida; pero estos propósitos se ven fracturados por los obstáculos que existen en nuestro país, uno de ellos es la pobreza, ya que hasta para acceder a la educación pública se necesita dinero. Pareciera ser que en nuestro país esta educación cada día se torna privada por los altos costos de admisión y permanencia. Ahora bien, hablemos de los jóvenes de las comunidades indígenas de la Sierra Norte del estado de Puebla, que a mi parecer están frente a una situación aún más adversa. Ellos, a pesar de las grandes dificultades por las que atraviesan, viven en un ambiente comunitario, solidario, pero sobre todo, limpio. Allí las drogas y la violencia han tenido poca presencia, por lo que podemos decir que todavía se encuentran alejados de ese tipo de fenómenos dañinos. Esto representa una ventaja para dichas comunidades ya que es seguro que sus ciudadanos serán honestos y responsables. Estos jóvenes tienen varios proyectos en mente para sus comunidades, en los cuales abrazan sentimientos de solidaridad; así aspiran a crear áreas donde puedan mejorar la educación, promover el respecto hacia los derechos humanos, atender cuestiones de salud y del medio ambiente. Para llevar a cabo sus propósitos es necesario que tengan la oportunidad de asistir a una universidad para prepararse profesionalmente y, de esta manera, ayudar a otros jóvenes. Es aquí donde se refleja el espíritu comunitario. Considero que el papel que juegan las organizaciones no gubernamentales en estas comunidades es muy importante debido a que ofrecen a los jóvenes alternativas para salir adelante como, por ejemplo: becas, educación a distancia, etcétera. Ilustración: Power Azamar

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