Rúbricas Número Especial 3

24 Otoño 2014 Algunas ideas en torno a la ética El mundo de las definiciones se presta siempre a grandes debates. Tratándose de cuestiones inherentes a la filosofía, éstas no escapan a dichas controversias intelectuales. Podemos encontrar múltiples definiciones de ética atendiendo a diferentes corrientes de pensamiento filosófico, pero para los efectos de este trabajo nos referiremos a la ética de las virtudes, una rama práctica de la filosofía. Si bien es cierto que la ética tiene un alto contenido teórico, lo que nos interesa es la definición que nos permite ver cómo se materializa la conducta del ser humano hacia la sociedad. La ética de las virtudes busca la máxima perfección alcanzable en el quehacer cotidiano. Para llegar a comprender el concepto anterior, antes debemos desentrañar el significado del vocablo virtud. Como seres humanos, podemos realizar acciones, hábitos y virtudes (o su oposición, que son los vicios). Una acción es la exteriorización del pensamiento que impacta en el mundo real. Por ejemplo, recoger un objeto que cayó al suelo, ir al cine, o manejar hasta la tienda son acciones que llevamos a cabo y que cualquier persona puede advertir fácilmente. Por su parte, los hábitos consisten en la reiteración de acciones de manera más o menos regular como sería: el hacer ejercicio de manera cotidiana, asearse todas las mañanas y, en general, conductas que realizamos con cierta periodicidad. Finalmente, una virtud es el hábito (reiteración de acciones) que se realiza con el ánimo firme e inconmovible de materializarlos, sabedor que con esto se construye como mejor persona. En ocasiones, los hábitos y las virtudes son fáciles de diferenciar. Por ejemplo, el peinarse todos los días es un hábito, y se diferencia de la virtud pues no interviene un ánimo firme e inconmovible para realizarlo (ya que se hace de manera mecánica), además, con dicho acto –peinarse– no se construye uno como mejor persona. Mientras que el estudio, de llevarse a cabo todos los días, puede convertirse en una virtud, ya que interviene el ánimo de aprender, con lo cual sí se construye como mejor persona. En otras ocasiones, la misma conducta puede considerarse hábito o virtud, según la persona que la practique. Pongamos el siguiente caso: el trato amable hacia la ciudadanía que deben tener todas y todos los servidores públicos puede ser un hábito; por ejemplo, si el burócrata trata bien a la gente por temor a que un maltrato hacia alguien le origine una queja en su perjuicio. El mismo buen trato hacia las personas, por parte de otro funcionario, puede considerarse una virtud, si lo lleva a cabo porque en su interior está convencido de que al recibir un trato digno, alguien se construye como mejor persona. Debemos destacar la importancia que tiene la conciencia de las personas sobre la conducta que están realizando, ya que para que un acto se estime virtuoso es necesario que quien lo realiza tenga pleno convencimiento de que está haciendo un bien a su prójimo o a la sociedad. De igual manera, queremos destacar que las virtudes están íntimamente vinculadas con la repetición de la acciones. Como dice el dicho “el vuelo de una golondrina no hace la primavera”, sólo por realizar una conducta buena no me convierte en un ser virtuoso. Si únicamente estudio a fin de mes para presentar mis exámenes (y no a diario, como debería ser) no puedo considerarme un virtuoso del estudio. Si trato con amabilidad sólo a mis amigos en la escuela o en el trabajo, pero al llegar a la casa insulto o menosprecio a mis familiares, tampoco puede considerarse una virtud. Ética y derechos humanos Dijimos que la ética y los derechos humanos comparten el mismo fundamento: la dignidad de las personas. Asimismo, comprender y analizarlos a través de la ética nos ayuda a entenderlos mejor. Si hablamos de ética de las virtudes, necesariamente tenemos que traer a colación las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Recordemos en qué consiste cada una de ellas. La prudencia es la razón práctica y tiene dos acepciones: deliberación y prevención. En la deliberación interviene la libertad responsable del ser humano y orienta a éste hacia una determinada acción, previamente analizada y estudiada. Habíamos comentado que para que una conducta sea considerada virtuosa es necesario que la persona la lleve [...] La ética y los derechos humanos comparten el mismo fundamento: la dignidad de las personas

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