Rúbricas Número Especial 3

38 Otoño 2014 ¿Es efectiva la cndh? Si bien esta institución cumple con un papel muy importante en México, ya que regula y vela por los derechos humanos, no parece que incida en mejorar al país. De acuerdo con la Organización Transparencia Internacional, en su publicación del 3 de diciembre de 2013, vivimos en uno de los países más corruptos del mundo. Esto nos indica la situación en la que nos encontramos. Desde la Comisión de Derechos Humanos se podría incidir en políticas de acciones de fondo para mejorar la vigencia de derechos y eliminar las fórmulas de corrupción que contribuyen a la impunidad, pero la realidad nos muestra que no se trabaja en esa línea. Pero ¿qué pasa cuando los encargados de manejar estas situaciones son partícipes de la corrupción? Este es el caso actual de México en cuanto a la defensa de los derechos humanos. La cndh funciona, es cierto. Pero no lo hace tan eficazmente como debería. Al realizar una investigación en línea, fue sencillo encontrar notas acerca de personas inconformes con el funcionamiento de la institución. “Dan largas” o “somos una familia equis, y no nos dan importancia” son algunas de las quejas que destacan en la red. Tal parece, de acuerdo con los testimonios, que puedes hacer una denuncia, pero tarda demasiado tiempo en proceder o simplemente no se hace. El 12 de marzo del año pasado, en el Informe de actividades de Raúl Plascencia,1 se detalló que la cndh recibió 45 972 escritos de queja y emitió ochenta y seis recomendaciones (Ureste y Granados, 2014). ¿Puede o no la Comisión defender los derechos humanos eficientemente? Es una pregunta con demasiadas respuestas y algunas de ellas yuxtapuestas, que no necesariamente se resumen en un sí o en un no. La cndh es un mediador entre la ciudadanía y la autoridad cuando existe una violación. Debe defender a la persona cuando se identifica la violación e, incluso, debe velar por compensar el daño e impedir nuevas violaciones. Hablando claramente, podemos decir que en México, las instituciones gubernamentales no funcionan de manera transparente y la cndh no es una excepción, puesto que no se conoce con precisión qué pasa con cada queja recibida. Como organismo público, es la ciudadanía quien la financia y, por tanto, deberíamos conocer cómo realiza su trabajo. Además, deberíamos cuestionarnos: ¿por qué las quejas presentadas no conllevan un claro y transparente seguimiento? ¿Por qué no tienen una rápida y eficiente atención? En lo que va del presente año, solamente se han emitido 18 recomendaciones (cndh, 2014). ¿Qué pasa con los altos recursos monetarios que se les otorga? ¿Qué hace el personal en su tiempo de trabajo que se entregan tan pocos resultados? 1 Raúl Plascencia es el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos desde noviembre de 2009 hasta la fecha. ¿Realmente se requiere de la cndh? Ricardo Alemán –reconocido periodista con más de treinta años de experiencia– publicó en 2013 un artículo en línea donde hablaba, sin miramientos, de la situación real de la cndh: Y es que, en efecto, a los ojos de todo el que quiera verlo, la cndh se pudre –igual que pudrió la cdhdf–, al grado que hoy buena parte de los gobiernos y ciudadanos de todo el país no sólo han perdido la confianza en “los derechos humanos” sino que deben cuidarse de esa grosera mafia que lo mismo es utilizada como cachiporra para vengar añejas rencillas personales, que sirve como instrumento de vendettas políticas o chantajes de poder y que, en el extremo, la han empleado para venganzas homófobas. […] Por otro lado, el último que puede hablar de honestidad profesional y congruencia es el presidente de la cndh. ¿Por qué? Elemental. Resulta que no llegó al cargo por sus capacidades en la defensa de los derechos humanos, sino gracias a un insultante compadrazgo, al más puro estilo del podrido sistema político y del pri (Alemán, 2013). Posteriormente, enlistaba diez datos relacionados con el funcionamiento interno de la institución: quiénes y por qué están en el poder; cómo llegaron ahí; la falta de transparencia que existe; y un sinfín de cuestiones que dejaban a la cndh al descubierto. Analizando el contexto en el que se mueve, no es fácil defenderla una vez que reflexionas sobre la efectividad y contribución en la transformación de políticas para evitar la violación de derechos. De acuerdo con una noticia publicada hace dos años en La Jornada Michoacán, el testimonio de un padre de familia cuyo hijo se reportó como desaparecido fue el siguiente: La cndh está de adorno, pues primero lo atienden a uno muy bien, pero después no hacen nada […] lo reciben a uno de momento muy bien pero ahí quedan las intenciones, ahí queda todo y ya no avanza nada. Hacen presencia pero no hacen acciones reales para defenderlo y respaldarlo a uno. La cndh sólo es un adorno que no sirve para nada (Equihua, 2012). Este es un caso verídico en el que las familias tuvieron que moverse por su cuenta, tomar responsabilidad del suceso y armar movimientos para tratar de encontrar a su hijo, mientras que la queja que impusieron a la Comisión no procedió. Si el presupuesto de la institución no es problema, ¿qué es lo que está causando la ineficacia en la resolución de los casos presentados a la cndh? Pudiera ser que se reciban demasiados y no se den abasto para la dedicación y tiempo que merecen; que las personas encargadas de los casos no

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