mosaico
central
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clave para la restauración de la orden,- el P. Nicolás puso de
relieve la importancia de repasar la historia propia con la finalidad de
aprender de ella, como renovación espiritual y apostólica. “Memoria
e identidad -escribió- están ligadas por profundos vínculos: el que
olvida su pasado no sabe quién es. Cuanto mejor conozcamos nues-
tra historia y cuanto más profundamente la comprendamos, mejor
nos entenderemos a nosotros mismos y mejor conoceremos nuestra
identidad como cuerpo apostólico en la Iglesia”.
En sintonía, durante su estancia en Tepotzotlán, el Padre General
destacó que el Bicentenario de la Restauración de la Compañía de
Jesús es “ocasión de examinar con rigor y humildad nuestros des-
aciertos y nuestros errores” y momento propicio para evocar el “le-
gado de amor y fidelidad a la Iglesia y a su patria” de los jesuitas que
regresaron a la nación en ciernes, “para fortalecernos con el ejemplo
de su entereza” y para “volver nuestra mirada a un periodo turbulen-
to pero marcado en profundidad por los testimonios de grandeza
de espíritu, creatividad y amor al prójimo de un grupo de mexicanos
ejemplares”, que supo “comprender la importancia de llegar a las per-
sonas situadas en las fronteras”.
Los jesuitas, especificó, no regresaron en un contexto de triunfo
o de gloria, lo hicieron en clave de evangelización, como lo hacen
hoy los jesuitas que llegan a Asia o a África.
El P. Nicolás rememoró las palabras con las que el Papa Benedicto
XVI animó a la Congregación General 35 -en febrero de 2008- a se-
guir las huellas de los antecesores de la Compañía de Jesús “con
la misma valentía e inteligencia, pero también con la misma pro-
funda motivación de fe y pasión por servir al Señor y a su Iglesia”.
“La memoria -concluyó la máxima autoridad de los jesuitas- es
uno de los ejes esenciales que nos sitúan en el mundo. La memo-
ria nos permite aprovechar el legado secular de nuestros mayores,
realizar un discernimiento constante y profundo sobre nuestras
acciones para hacer frente a los desafíos del presente y desa-
rrollar el sentido de la gratitud, que se convierte en fundamento
de gozo y en impulso a nuestra esperanza cuando reconocemos
tanto bien recibido
”.
Educación y transformación
Finalizado su recorrido por la exposición sobre el legado jesuita en
la construcción del México mestizo, el jesuita español de 78 años
de edad se tomó unos minutos para atender a un pequeño grupo
de reporteros en un salón del Museo Nacional del Virreinato. Ante
más lentes que grabadoras rompió el hielo con un comentario so-
bre la importancia de la prensa en la actualidad, como instrumento
de crecimiento de la sociedad y de difusión de la cultura, la re-
flexión y la crítica. “¡Os creen a vosotros más que a mí!”, bromeó.
Interrogado sobre la relación de la Compañía de Jesús con el
Papa Francisco, el Padre General reveló una intimidad: “el de-
porte favorito de los jesuitas es descubrir o ver los signos”, y en el
Papa Francisco, admitió, es lo primero que ha saltado a la vista. Él,
añadió, “se siente muy jesuita” y “está actuando mucho como je-
suita”. En Estados Unidos -narró- un protestante se le acercó para
pedirle que le dijera al Papa que le consideraban su Papa, pues
gracias a él ha vuelto mucha gente a la Iglesia.
Otro ejemplo, ilustró, es su insistencia en lo esencial de la vida
cristiana: la compasión, el perdón y el tomar riesgos para respon-
der a las necesidades del tiempo actual, actitud que parte de la
experiencia de San Ignacio y sus primeros compañeros de asumir
que “la realidad es donde Dios está trabajando, y por lo tanto la
realidad nunca puede ser ajena a nuestra preocupación”.
“Este Papa está insistiendo en lo importante, desapego de lo
secundario, y lo secundario son cosas externas… Las cosas se-
cundarias para los que tienen tiempo, nosotros tenemos poco
tiempo”, expresó.
Al P. Nicolás se le pidió también una palabra para la comunidad
de colaboradores laicos que trabajan en las obras de la Compa-
ñía de Jesús. A ellos les animó a crear comunidades pues ellas
sostienen y en ellas hay más garantía de mantener un espíritu que
de manera individual. Les alentó, por otra parte, a incrementar su
identidad con experiencias profundas y a participar en programas
de formación, en el entendido de que en el mundo actual las pre-
guntas cambian y las respuestas pasadas sirven cada vez menos.
Seguir estudiando, aseguró, “nos mantiene en una tensión creati-
va muy buena, que es el caminar hacia adelante”.
Trabajando en comunidad, con identidad y programas de for-
mación, enfatizó, “podemos seguir creando, podemos seguir lan-
zándonos a nuevas aventuras porque sabemos que hay un grupo
muy motivado y muy bien preparado de laicos que participan de
la misma visión y que van a seguir con nosotros”.
A propósito del trabajo de los jesuitas en colegios y universida-
des el Padre General explicó con claridad meridiana: “los jesuitas
estamos en la educación porque nuestro trabajo es fundamental-
mente buscar la transformación de la gente… San Ignacio creía y
nosotros seguimos creyendo que si no se transforman las personas
no hay esperanza de que la sociedad se transforme, y por esto
estamos en la educación… Lo que importa es la transformación de
la persona en la realidad, que es una realidad total, no queremos
parcializarlo todo y reducirlo todo a un Padre Nuestro… Todo lo que
contribuya a la transformación, es bueno”.
Por último, el P. Nicolás comentó que su viaje por Guyana, Ve-
nezuela, Cuba y México lo dejó muy contento y optimista de ha-
ber visto jesuitas dedicados y con “mucho desapego”. “He visto
-recogió- una capacidad de discernimiento, de dedicación y de
continuar a pesar de todo, que yo creo que es una de las frases
clave para la fe cristiana, ‘a pesar de todo’ creo en el futuro, en la
humanidad, en Dios; me voy muy animado”.
Los jesuitas estamos en la educación porque nuestro
trabajo es fundamentalmente buscar la transformación
de la gente… San Ignacio creía y nosotros seguimos
creyendo que si no se transforman las personas no hay
esperanza de que la sociedad se transforme.