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La cantidad y la cifra
En noviembre de 1999 aparece, con el sello editorial de Plaza y
Valdés,
Una inmensa legión de fantasmas,
del escritor tlaxcalteca Efrén
Minero. Entre la ironía y el juego juego amargo —pero siempre vital—,
entre el rock y el comic, las historias de Minero se desarrollan con sin-
gular y cínica alegría; son la crónica del deterioro universal de las verda-
des a través de personajes desaforadamente posibles; sus miserias no
provocan conmiseración, son el recurso a la mano para acceder al hu-
mor, la única salvación de toda alma sensata.
(Breve paréntesis: quiero dejar claro que este recuento no preten-
de ser una revisión exhaustiva y completísima de la literatura de nuestra
región publicada entre 1999 y 2000: escribo de los libros que leí y cito los
que me enteré de su aparición. Ninguna omisión —y ha de haberla— es
deliberada).
II
En el fin del siglo, por estos lares, la balanza parece hallar el centro en
cuanto al número de libros publicados por género se refiere, en la poe-
sía. El gran ausente, como siempre, es el ensayo (sin considerar los
trabajos académicos). La calidad de la poesía es más uniforme, la ma-
yor parte de los poetas que publicaron un libro en el 2000 ya tenían una
trayectoria, aunque para algunos haya sido el primero. Tal es el caso de
Blasfematorio,
de Gerardo Lino, publicado por la
BUAP
. Es dificil en-
contrarse con un primer libro que tenga una madurez innegable, clara;
sus temas parecen haber sido seleccionados con minucia, incluso con
cierta malicia, atraen; pero creo que el imán radica en su tratamiento, en
las palabras que pregonan su sencillez, su humildad, pero que al ser
ordenadas adquieren una estirpe original; intriga el mecanismo de
Blasfematorio
porque no sabemos dónde estuvo el truco, cómo fue que
el poema se alzó con las ganancias de una sintaxis de apariencia dócil