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El libro y sus símbolos
tenido a través de un enviado. El profeta Daniel informa que, en una de
sus visiones, vio «un varón vestido de lino» que le dijo estas palabras:
«pero en aquel tiempo será liberado tu pueblo, todos los que se hallen
escritos en el libro./Y muchos de los que duermen en el polvo serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión
perpetua…/Pero tú, Daniel cierra las palabras y sella el libro hasta el
tiempo del fin».
Esta última imagen del libro de Daniel perdurará en el libro del
Apocalipsis,
en el que la figura del sello se reitera casi obsesivamente:
«Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro
escrito por dentro y por fuera, sellado con siete
sellos./
Y
vi un ángel
fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y
desatar sus sellos?» (5,1-2).
Apocalipsis
quiere decir revelación. El
Apocalipsis
multiplica las imágenes del libro porque es de los libros de
donde provienen las revelaciones. Se trata en este caso de una imagen
circular, de un despliegue que, alejándose, siempre viene de regreso ha-
cia un centro secreto. La revelación proviene de un libro sellado que se
abre pero, una vez conocida, esta revelación se muestra de tal modo
enigmática que es como si el libro continuara sellado. Debemos pensar
que es voluntad divina que el libro se desenrolle y de nuevo se enrolle en
espirales incesantes.
También debemos pensar que, más que la cifra del mundo, el Libro
es el mundo mismo. Que todo está dentro de él: las criaturas del aire y
de la tierra y la arena del desierto; lo grande y lo ínfimo. Que los hom-
bres no son más que caracteres trazados por la mano de Yahweh. El
libro del
Éxodo
refiere que Moisés, afligido por el pecado de idolatría
que su pueblo acababa de cometer, conminó a su Dios diciéndole: «Te
ruego... que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro
que has escrito», y que éste, sin deponer la ira, le respondió indicándole