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El libro y sus símbolos
los tiempos, de los libros y oficios eclesiásticos, acerca de Dios, los án-
geles y los fieles, acerca de la Iglesia y de las sectas, acerca de las
lenguas, pueblos, reinos, milicia, ciudades y parentescos, acerca de las
palabras, acerca del hombre y de los seres prodigiosos, acerca de los
animales, acerca del mundo y de sus partes, acerca de la tierra y de sus
partes, acerca de los edificios y los campos, acerca de las piedras y los
metales, acerca de la agricultura, acerca de la guerra y los juegos, acer-
ca de las naves, edificios y vestidos, acerca de las provisiones y de los
utensilios». Tan pasmosa variedad de capítulos hoy nos parece a noso-
tros más propia de la literatura de ficción que del tratado científico. Sin
duda eso se debe solamente a que la distancia nos confunde. De todos
modos, más que un libro, lo que componen las
Etimologías
es una com-
pleta geografía del saber que a su vez se reproduce en cada uno de los
capítulos. En el capítulo dedicado a los libros, por ejemplo, Isidoro pasa
revista al Antiguo y al Nuevo Testamento, a los escritores sagrados y
profanos, a las bibliotecas judías, griegas, romanas y cristianas, a la his-
toria del libro, a los géneros literarios, a los materiales sobre los que se
escribe y a los utensilios que se usan para escribir. Allí, recordando que
en la antigüedad los griegos escribían sobre una tabla encerada con un
estilo de hueso, recuerda también que los escribas solían referirse a su
tarea con esta metáfora: «Conduzcamos el arado por la cera, y aremos
con una reja de hueso», metáfora en la que el estilo era la reja del arado,
y la tablilla de cera la tierra que el arado fecundaba. Y no la recordaría
en vano. Revivida por el tan prestigioso autor de las
Etimologías,
esta
metáfora se desarrollará venturosamente entre los escritores cristianos
cambiando parcialmente sus términos, pues la tierra en la que la escritu-
ra abría surcos ya no será la tablilla de cera sino el alma de los hombres.
De ese modo el cultivo de la tierra mediante los instrumentos de labran-
za pasará a ser el equivalente exacto y material de la cultura que, por