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El libro y sus símbolos
hombres. Galileo Galilei, con su
autoridad de padre de la física, estaba
convencido de que el libro de la naturaleza era un texto reservado a los
científicos pero su convicción a pocos convenció. Después de sus de-
claraciones, el libro de la naturaleza siguió abierto a los hombres y se
convirtió incluso en una interminable variedad de libros: el libro del mun-
do, el libro de la vida, el libro del entendimiento, el libro de la historia, el
libro de la experiencia, el libro del corazón, el libro de los libros. En la
literatura del libro, ninguna imagen alcanzó tanta fortuna como ésta. En
sus célebres
Ensayos,
Montaigne repitió que ese libro plural es la
quintaescencia de la realidad y en su
Discurso del Método
Descartes
contó cómo, en cuanto pudo librarse de la sujeción de sus tutores, deci-
dió alejarse del estudio de las letras y convertirse en viajero a fin de leer
paralelamente en sí mismo y en el mundo. A ese libro se entregaron, o
declararon entregarse, a lo largo de la historia de las letras, Donne y
Milton, Voltaire y Diderot, Herder y Goethe, Bécquer y José Hernández.
¿Pero qué escritor no juró estar convencido de que era entre sus signos
donde debía buscarse la verdad? En el siglo
XVIII
Rousseau recomendó
a los pedagogos enseñar a los niños a leer en los árboles, no en las
páginas. «No consultemos otro libro que el mundo —reitero— ni tengamos
otra instrucción que los hechos»
(Emilio).
En el siglo
XIX
, Walt Witman
ejercitó una gran voz para convencer a sus lectores de que lo que les
estaba entregando era un hombre, no un libro; vida, no literatura; un
cuerpo, no palabras. En nuestro siglo
XX
, André Gide finalizó las pági-
nas de
Los alimentos terrestres
con esta consigna que era necesario
seguir con decisión: «Y ahora, lector, arroja de ti este libro».
No habría lista más extensa que la que se propusiera registrar las
metáforas del libro de la naturaleza, pues nuestra cultura constantemen-
te nos exige pensar en los términos que esa metáfora propone. Evocan-
do aun unos pocos ejemplos sería fácil pensar que ese libro existe para