Monserrat Gali Boadella
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Todo parece indicar que en los primeros años del siglo
XIX
la tradi-
ción colonial del grabado languidecía, hasta que la abolición de los gre-
mios en 1814 le aplicó el golpe de gracia. Los primeros talleres litográficos
(instalados por extranjeros a partir de 1826), no producen estampa reli-
giosa, pero sus imprentas, al pasar a manos de mexicanos, algunos de
ellos relacionados con la Academia de San Carlos, empezaron a produ-
cir temas religiosos. A partir de los años cuarenta la lenta estabilización
del país, con avances y retrocesos pero con una vida artística bastante
intensa, permitió la proliferación de talleres. No sólo se graba en piedra
(litografía) sino que a partir de mitad del siglo
XIX
renació el grabado en
metal, gracias a la presencia de maestros ingleses en la Academia de
San Carlos.
A finales del siglo
XIX
se produce en la ciudad de México el fenó-
meno Vanegas Arroyo, un editor que consiguió no sólo tener a los mejo-
res grabadores del momento (Manilla y Posada), sino que abarcó todos
los temas y géneros en producciones de gran tiraje. La recuperación
que el Movimiento Muralista hiciera de la figura de Posada, distorsiona
a este personaje de nuestra gráfica. Contrariamente a lo que algunos
libros reflejan, una gran parte de la producción de José Guadalupe Posa-
da tuvo como tema lo religioso, y no lo político y social. Jean Charlot, en
una entrevista que le hiciera a don Bias Vanegas en 1840, señala que el
editor guiaba su producción a partir del calendario religioso: Santos Re-
yes, Candelaria, Virgen de los Dolores, San Antonio de Padua, la Asun-
ción, Virgen de los Remedios de Cholula, Nuestro Señor de las Tres
Caídas de Veracruz, Virgen de Guadalupe, Día de Muertos (Calaveras),
Peregrinaciones, Posadas y Navidad.
Después de Posada tenemos otro hiato notable. La Revolución y
los problemas religiosos, una de cuyas manifestaciones fue la Guerra
Cristera, fueron las principales causas del descenso en la producción de