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La estampa religiosa en México
estampa religiosa. A partir de la cuarta década ésta renace pero con
características muy distintas. Sabemos que ya desde finales del siglo
XIX
se importaban de Suiza litografías de gran calidad técnica, con una
iconografía y un estilo derivados del Nazarenísmo o purismo romano.
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El fundador de la casa
Cromos
y
Novedades de México
,
la principal
productora y exportadora de México y probablemente deAmérica Lati-
na, decidió hacia 1930 dejar de importar estas láminas suizas e instalar
su propia fábrica. Esta empresa, situada en la colonia Martín Carrera, al
norte de la Villa, produce y exporta a Estados Unidos y Latinoamérica.
Para sus estampas encarga un original a distintos pintores (un ó1eo o
acrílico) a partir del cual se producirá la cromolitografía. El criterio para
contratar a un pintor es que pueda ejecutar «caras bonitas». Se trata de
un tipo de pintor parecido, cuando no el mismo, al que realiza calenda-
rios y monografías. El actual dueño de la fábrica nos explicó: «sabemos
que en México la gente no tiene este tipo, pero esto es lo que le gusta al
pueblo, la gente blanca, huera; así piensan que deben ser los santos.
Sabemos que los colores son chillones, pero esto es lo que gusta». Vien-
do los originales, nos damos cuenta de que son adaptaciones de la pintu-
ra clásica europea. Estas estampas no llevan licencia eclesiástica, y a
veces, cuando llevan alguna oración, se trata de textos
sui generis.
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Con este nombre se conoce al movimiento romántico iniciado por un grupo de
artistas alemanes residente en Roma, encabezados por Overbeck. Dicho movi-
miento protestaba contra la falta de espiritualidad de la pintura a partir del Renaci-
miento, y propugnaba un regreso a los valores cristianos y espirituales de la
pinturamedieval ydel primer Renacimiento. La pintura nazarena opurista se incli-
naba por los temas de historia sagrada y del pasado medieval cristiano y por un
regreso a los valores plásticos del Quattrocento o de autores como Durero. Su
estilo e iconografía tuvo gran influencia en México, a través de dos artistas cata-
lanes formados en Roma, Manuel Vilar y Pelegrín Clavé, que vinieron a dirigir la
Academia de San Carlos en 1845.