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Misión de Bachajón, Chiapas
cas. No puede uno menos de exclamar ante estos acontecimientos: no
estamos solos. Es el Espíritu quien nos llama a los indígenas, a los mes-
tizos, a los encargados de la evangelización a seguirlo por este camino
que es el inicio de la búsqueda por una real liberación.
5. Los catequistas
El movimiento catequístico se extiende rápidamente por la región tseltal.
Continuaré la reflexión siguiendo el proceso que se viene dando en
esta parte de la sierra de Chiapas, sin por ello ignorar que el Espíritu
sigue su trabajo en las restantes regiones de Tsotsiles, Choles, Tojolabales,
Zoques, etc. Hacia finales del decenio, en 1958, el obispo Lucio
Torreblanca entrega a los jesuitas la Parroquia de Bachajón. Éstos re-
cogen y profundizan el proceso catequético. Se afianzan las dos líneas:
salir a la periferia y fortalecer la cultura indígena a través del uso de la
lengua, del respeto a sus costumbres y modo de ver la vida y el mundo.
Esto supuso un largo camino de conversión para salir de nuestro
etnocentrismo. Si en algún acontecimiento se hace palpable la acción
del Espíritu, es en estos procesos internos que abarcan a individuos y
comunidades. En esta interrelación cultural aparece su mano maestra.
Se inicia así en la región una intensa actividad al entrar en contacto
directo con las comunidades o grupos dispersos por la sierra. El nuevo
método pastoral, iniciado con esta salida a la periferia, abre perspectivas
insospechadas de renovación eclesial. Aunque todavía dentro del am-
biente preconciliar comienza a vivirse una apertura y un nuevo viento
refrescante. La frase de Juan
XXIII
de «abrir la ventana para que entre
el viento» comienza a realizarse —aun antes de ser pronunciada— en
esta nueva experiencia. El decenio de los años 60, tan importante a nivel
mundial por el Concilio Vaticano
II
, se inicia con la llegada a la Diócesis
del nuevo obispo Samuel Ruiz García. Llega con el impulso juvenil de