Mardonio Morales E.
SJ
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entregarse a los más pobres entre los pobres. Apoya estos nuevos inten-
tos pastorales, y acompaña desde los inicios con su presencia física la
visita a las comunidades. Así se hace patente la promesa de Jesús: no
los dejaré solos.
6. Bajo el impulso del Vaticano
II
La celebración del Concilio Vaticano
II
y su puesta en marcha en
Medellín, constituye el más fuerte y definitivo aletazo que impulsará el
desarrollo pastoral y humano de estas zonas y regiones indígenas. Se
abrió la puerta para iniciar una búsqueda que nos iba a llevar a un com-
promiso que desembocaría en una iglesia que respondiera al modo de
ser indígena y que se entregara al compromiso social. El contacto direc-
to y vivencial con las comunidades llevó a los encargados de la evange-
lización a que se les abrieran los ojos ante la terrible esclavitud en que
vivían los indígenas, y los llevó al compromiso de lucha por encontrar
caminos de liberación. Un cambio estructural a todos los niveles sólo
podía ser posible si se iniciaba desde el interior de la misma comunidad.
Pero a la vez suponía una acción efectiva que resultara en la real libera-
ción de la esclavitud. En la línea pastoral, tanto catequética como litúrgica,
se empezó a inculturar lentamente esta iglesia posconciliar. Asimismo el
Espíritu nos impulsó, a través de la influencia y presión de los presbi-
terianos, a lanzarnos de lleno a la catequesis bíblica. El Concilio nos
facilitó las herramientas necesarias para ello.
El decenio de los años 60 fue importante para la región, porque fue
la apertura de la frontera agrícola hacia la selva. Fue como una explo-
sión que dispersó a la gente en cientos de ejidos dispersos en una amplí-
sima zona. Continuamente brotaban las nuevas comunidades. Pero estas
nuevas comunidades iban acompañadas por sus catequistas y principa-
les que llevaban la vivencia de una vida nueva. El largo proceso durante