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La voz de los estudiantes
personales puede ser cuestionada, ya que el estudiante lucha, resiste,
pero al final se adecua, se vuelve «bueno». ¿Qué tanto estamos recono-
ciendo y valorando la diversidad estudiantil? ¿En qué medida la institu-
ción educativa rescata estas experiencias y aprende de ellas? ¿Qué
actitud tomamos los profesores frente a estos alumnos aparentemente
inconsistentes? Yo creo que hacemos poco.
Otro aspecto interesante se vincula con el valor que los estudiantes
otorgan a su proceso educativo. ¿En qué medida éste va dando sentido
a su proyecto de futuro? Dice Guichard que las instituciones educativas
proponen a los estudiantes una serie de orientaciones, expectativas y
significados que valoran a la luz de otras experiencias personales, fami-
liares y sociales. Yo me pregunto, en el caso de las investigaciones que
sobre valoración y revaloración en torno al sentido de la escuela presen-
ta el libro: ¿qué aspecto pesa más?, ¿la propuesta escolar o las expe-
riencias extraescolares?
En el trabajo con estudiantes de bachilleratos universitarios,
CCH
y
tecnológico
CBTIS
, podemos apreciar que la institución va creando en
ellos expectativas más o menos definidas. En las primeras, por ejemplo,
95% valora su escuela como medio para continuar con estudios superio-
res, mientras que en las segundas lo hace 62%. Considerando que el
bachillerato juvenil se enfoca más al mundo laboral, es valorado en 85%
como medio de movilidad social, frente a 50% del
CCH
.
Si bien estos números nos hablan de ciertas tendencias, lo real es
que no podemos establecer las valoraciones de manera mecánica. Las
vivencias personales juegan un papel importante, no obstante creo que
el sistema educativo, aunque en su discurso proponga estas dos moda-
lidades como similares, en realidad son espacios diferentes con enfo-
ques también distintos. Por esto en el sentir de los estudiantes, el ingreso
a un
CETIS
, por ejemplo, es considerado un rechazo, una opción no