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Levadura humanizadora
es formar hombres que no vivan para sí mismos, sino para su Dios y su
Cristo […] hombres para los demás» (cfr. Kolvenbach, 2001: 45). Por
tanto, la formación integral deberá incluir, sin restarle importancia a la
formación del liderazgo y el trabajo en equipo, el aspecto intelectual, el
aspecto volitivo y el aspecto espiritual.
Resultado de un profundo análisis de los proyectos educativos, el
Proyecto Educativo Común de la Compañía de Jesús
formula en
2005, ante un contexto similar al descrito en
Desafíos
, articular fe y
justicia asumiendo la opción preferencial por los pobres, leer permanen-
temente el entorno de forma crítica para responder de modo coherente,
tomar en conjunto gestos de anuncio y denuncia, participar en espacios
de política efectiva, pronunciamientos públicos y presencia significativa
en medios de comunicación, diálogo entre fe y cultura, diálogo ecuméni-
co e interreligioso, la promoción de valores y el uso inteligente de las
tecnologías de información, por mencionar algunas líneas de acción.
Tomando en cuenta lo anterior, no se puede soslayar que la educa-
ción de inspiración cristiana tiene un rol protagónico en la generación de
alternativas, las más de las veces contrarias al paso de un mundo mode-
lador y determinante, a fin de —esgrimiendo el contenido democrático
del artículo tercero del texto constitucional— mejorar las condiciones de
vida tanto en el plano económico como en el social y cultural.
Más allá de representar una particularidad, la formación de la per-
sona de manera integral y para el cambio ilustra la raíz de un compromi-
so educativo dinámico y adaptativo a los cambios de época. De hecho,
si la pedagogía y la espiritualidad ignaciana conservan validez es justa-
mente por esta razón, ya que en contra de las tendencias deshumanizantes,
una educación de inspiración cristiana tiene a su cargo el fomento de
valores contraculturales para anclar su labor y no convertirse en instru-
mento de éstas.