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Jorge Martínez Sánchez
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dencia, nos construye como mejores personas. No detenerse en lo agra-
dable ni en las costumbres ni en las reglas en sí mismas, sino tender
hacia la construcción de nuestra humanidad (sin rechazar necesaria-
mente, repito, aquellas primeras tendencias a lo agradable) es lo que
configura el carácter responsable de una decisión y nos lleva a conquis-
tar gradualmente nuestra libertad.
El deseo de hacer el bien
y el ejercicio responsable de la libertad
En la mayoría de las personas, tal vez en todas con distinta intensidad,
existe un sentimiento básico que distingue una decisión responsable de
otra que no lo es. Ese sentimiento aparece en forma de un deseo: el
deseo de hacer el bien. Este es previo a la determinación, por una perso-
na en circunstancias específicas, de cuál de las posibles acciones es la
moralmente buena, la que nos construye como buenas personas. Cuál
sea esa acción puede ser motivo de duda, de discusión y aun de error. El
deseo subyacente es el que sienta las bases de una búsqueda junto con
otros humanos que se dejen llevar por él. Este deseo promueve que las
operaciones intelectuales de la decisión sigan un curso inagotable de
superación de las dificultades, de estar atentos a todos los datos rele-
vantes, de procurar actuar de la manera más inteligente posible para
comprender la situación, las posibles acciones y sus implicaciones, de
ser cuidadosos al evaluar las distintas acciones y lo más minuciosos
posible en la verificación de que se ha comprendido y evaluado correc-
tamente.
Siempre dentro de nuestra cultura, inmersos en la gran cantidad
de limitaciones externas e internas que nos constriñen, el deseo de
hacer el bien es el faro que orienta la construcción responsable de
nuestra libertad.