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Hacia una pedagogía de las decisiones
un plan detallado de acciones sucesivas para realizar lo decidido. Entre
ambos extremos puede tomarse una decisión que, cuanto más se acer-
que al segundo, mayor probabilidad tendrá de llevarse a efecto.
3)
Los sentimientos particulares
. Además de la disyuntiva funda-
mental que consiste en dejarse llevar por el deseo de hacer el bien o
permitir que reine la tendencia a la satisfacción inmediata, otro senti-
miento resulta, en opinión de algunos autores, fundamental para la ope-
ración del proceso: el deseo de ser aceptado,
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ya sea por los mayores o
por los miembros del grupo al cual se pertenece o se quiere pertenecer.
Otros muchos sentimientos entran en juego, como ya se ha mencionado.
Gustos y aversiones, aspiraciones y miedos, estados de ánimo y deseos.
Cada quien tiene los suyos y para cada uno éstos influyen en una deci-
sión concreta, matizando todo el proceso. La conciencia gradual de nues-
tros sentimientos y de su influencia en nuestras decisiones permitirá
decidir también qué tanto les permitiremos tomar control del avance o
cuánto podremos utilizar su energía positiva para realizar la tarea de
decidir responsablemente.
4)
Las capacidades desarrolladas para operar con la infor-
mación y con los sentimientos.
Entre estas capacidades se encuentra
el nivel del desarrollo de la estructura de razonamiento. Según las inves-
tigaciones de Lawrence Kohlberg (1984), todos vamos pasando por eta-
pas sucesivas y cualitativamente diferentes, en la manera en la cual
partimos de los datos para discurrir hasta llegar a afirmar cuál es la
acción correcta ante una situación de conflicto moral. Estas investiga-
ciones ofrecen un patrón psicológico del desarrollo personal en la ejecu-
ción concreta de las operaciones intelectuales del proceso universal.
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Gendlin (1997) llega a afirmar que este deseo, que comienza desde la necesidad
de supervivencia en los primeros años de vida, es el responsable de todas las
disfunciones psicológicas.