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Aprendiendo a ser críticos
Es necesario saber distinguir entre la crítica de la obra y de la perso-
na del autor. Con frecuencia nos resulta difícil separar una hipótesis o un
argumento de la persona que lo sostiene. En estos casos terminamos cri-
ticando más la persona que los méritos que pueda tener su obra y descen-
demos al
argumentum ad hominem
(significa que se critica a la persona
en lugar del argumento). Los argumentos
ad hominen
pueden emplearse
para defender a alguien o para atacar, ofender, vituperar, insultar o dañar.
El criticón es el que todo lo censura, abusa de la crítica pues está
inclinado permanentemente a encontrar siempre los errores, los defectos.
No es lo mismo criticar que opinar. Dar una opinión es cuando se mani-
fiesta algo pero no se proporcionan evidencias sustentadas, simplemente
es una expresión basada en lo que se sabe o en creencias o prejuicios.
Critiquizar es abusar de la crítica, traspasando sus justos límites.
Estamos más acostumbrados a la crítica social que a la crítica aca-
démica o personal. Por ejemplo, criticamos que pongan un semáforo en
una calle que es muy transitada porque se hacen congestionamientos o
se impide llegar a un lugar con más facilidad. Criticamos que quieran
poner un centro comercial en lo que es un parque recreativo o que la
riqueza económica y material esté concentrada en unos pocos cuando la
mayoría de la población se encuentra en condiciones de pobreza.
¿Por qué no criticamos a los autores que han formulado teorías?,
¿por qué aceptamos y repetimos todo lo que dicen acríticamente?, ¿por
qué no analizamos si lo que plantean es acorde con la realidad?, ¿por
qué no buscamos las contradicciones en lo que dicen?
Se tiene mucho temor a recibir críticas personales o académicas,
sin embargo ninguna ciencia hubiera avanzado sin la crítica.
Jean Piaget, por ejemplo, modificó su teoría a partir de las críticas
en contra de ésta, pero constructivas, que recibió de Vygotsky en su
libro
Pensamiento y Lenguaje
.