María Eugenia de la Chaussée Acuña
97
Normalmente se formulan muchos juicios polémicos tales como «las
mujeres, como empresarias, son menos eficaces que los hombres» o
«los estupefacientes suaves son menos dañinos para la salud que el
alcohol», etc., pero quien critica no tiene que estar de acuerdo con la
afirmación, sino debe cuestionar ¿cuáles son las pruebas?, ¿cuáles son
los argumentos para realizar tales afirmaciones?
Para criticar es necesario verse obligado a interrogar continua-
mente: ¿los hechos son así realmente?, ¿podemos obtener datos mejo-
res?, ¿cabe interpretar los resultados de otra manera?
El resultado inicial de pensar críticamente es la afirmación de un
juicio de verdad, después de haber reunido pruebas y ponderado las
evidencias suficientes. Este nivel de operaciones surge del tipo de pre-
guntas críticas como: ¿es verdad esto?, ¿le entendí correctamente?, ¿en
realidad esto es así o sólo es apariencia?
Por otro lado, tener cuidado de atacar de manera desmedida o
apasionada al autor y no a su obra. Muchas veces la aversión apasiona-
da o sistemática contra alguien hace ver defectos hasta allí donde no
existen. Evitar criticar aquello que se desconoce o criticar con base en
criterios ajenos, a menos que se tenga plena seguridad en la autoridad y
veracidad de los mismos. No ver en la obra fines, tendencias o intencio-
nes que jamás el autor abrigara, ni empeñarse tampoco en desconocer
aquello que el autor realmente puso en su obra. No debe criticarse lo
que en la obra no aparece de un modo claro y patente. No añadir o
quitar lo que el autor hizo, sino emitir un juicio imparcial acerca de lo que
realmente realizó. También moderarse al alabar y al vituperar.
Referencias bibliográficas
C
APALDI
, N. (1990),
Cómo ganar una discusión
, Gedisa Barcelona.