Página 14 - abril2013

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formando el
mosaico
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Ambas o algo más…
Por Guillermo Guadarrama Mendoza, alumno de la
Licenciatura en Literatura y Filosofía
En la lectura todo apunta a que son las dos cosas -falta
de
hábito y problema cultural-. Es un hábito del no-leer porque
libros hay; existen bibliotecas públicas, sitios web como Proyec-
to Gutenberg. Es cultural porque venimos de culturas que no
promueven la lectura de forma alguna.
Soy de la idea de que cada mexicano es
un México, pero si pensamos en un “mexi-
cano promedio”, descendiente de indios y
españoles, podemos darnos cuenta que
ninguna de las dos naciones promueve
la lectura. Si centramos nuestra atención
en la ascendencia europea, nos topamos
con que son católicos fanáticos que sólo
leían vidas de santos si bien les iba, pues
la Biblia no podía ser objeto de lectura a
menos que supiesen latín. Existía, no obstante, un grupo élite de
pensadores lectores en la Nueva España, pero por una razón u
otra, no eran la mayoría. En cambio, si miramos hacia nuestra as-
cendencia nativoamericana podemos ver una tradición ancestral
de relatos orales en los que lo escrito y los códices, son sólo una
herramienta, un complemento.
Ahora bien, si dejásemos de lado lo cultural, podríamos ver
que es también una falta de hábito. Creo que no todos tienen la
fortuna de crecer en una familia, o de tener profesores que se
preocupen por inculcar en uno el hábito de la lectura. Si bien en
México no existe, hablando a nivel institucional, un verdadero
esfuerzo que pretenda incrementar el número de personas lec-
toras, si existe, por lo menos en las ciudades, una noción de que
leer es algo bueno. Entonces… ¿Por qué tenemos un promedio
de 2.5 libros leídos al año por cada mexicano mayor a los quince
años? No lo sé, y no me aventuro a dar una respuesta. Supongo
que en México se valoran otras cosas, aptitudes, y hábitos.
Quisiera discutir también la posibilidad de otro factor que pu-
diese hacer que los mexicanos no lean: falta de tiempo. En las
ciudades nos falta tiempo y, con las bibliotecas públicas y las
librerías cerca, nos sobran libros. Me remito a hablar de las ciu-
dades porque es en una ciudad en donde vivo. El punto es que
hay mucha gente que no tiene tiempo
suficiente para leer, y cuando digo que
les falta tiempo, no es que les falte tiem-
po porque tienen que ir al
gym
o porque
tiene una clase de cinco a siete. Me re-
fiero a que en las ciudades se trabaja,
muchas veces más de ocho horas, y si
se es mujer olvídate…hay que trabajar,
atender al chamaco y hacer de comer.
Quizás el tiempo es también un factor
importante que hay que tomar en cuenta.
En fin, creo que no es sólo una cosa, sino la suma de muchas
las que hace que leer no sea algo común para los mexicanos.
Como estudiante de literatura me encantaría que en mi caminar
por los pasillos de la Ibero, me fuese más común escuchar a
la gente decir “¡Está buenísimo tal libro!” o “¡Ayer me desvelé
hasta la página 293!”, pero eso, incluso para un soñador como
yo, sigue siendo algo imposible. La pregunta ¿es cultural o es un
hábito? es importante, porque para solucionar un mal, primero
hay que diagnosticarlo.
Lectura:
¿Problema cultural o falta de hábito?
Por Irma Del Valle Nachón, alumna de la Licenciatura en Arquitectura
“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Jorge Luis Borges.
Debería de pensarse que la lectura, más que ser un hábito, es una puerta siempre
abierta, que nos puede conducir a lugares donde reposa la imaginación, el conocimien-
to, y la habilidad de enriquecer nuestro ser.
Si se piensa, la mayoría de nosotros recordamos hasta el momento de
nuestra muerte la lectura y la escritura, son de las cosas que jamás se olvidan,
ya que son de las herramientas más útiles que aprendemos dentro de nuestra
vida, por lo que el acercarse o mantenerse dentro del mundo de la lectura
durante la formación universitaria puede ser el factor que detone muchas in-
terrogantes y que genere soluciones dentro de nuestro pensar profesional.
Por mi parte, he tenido la oportunidad de toparme dentro de este periodo,
varios libros que han cambiado mi percepción respecto a la forma de ver el desarrollo
histórico de la arquitectura y su planteamiento moderno, por lo que los libros se han
convertido en guías que tratan de iluminar los caminos obscuros por los cuales a veces
se pasea la mente que trata de encontrar respuestas.
Hay que darle oportunidad a la literatura de demostrarnos el porqué forma parte
de las bellas artes, y aprender a otorgarle un lugar crítico dentro de nuestro día a día,
para que juntos podamos expandir nuestra percepción del instante en el que estamos
presentes en esta vida.
“Hay que darle oportunidad a la li-
teratura de demostrarnos el porqué
forma parte de las bellas artes, y
aprender a otorgarle un lugar críti-
co dentro de nuestro día a día [...]”
“¿Por qué tenemos un promedio
de 2.5 libros leídos al año por cada
mexicano mayor a los quince años?
No lo sé, y no me aventuro a dar una
respuesta. Supongo que en México
se valoran otras cosas, aptitudes, y
hábitos.”