Página 7 - abril2014

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formando el
mosaico
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Ilustración: Elizabeth García Manentes, alumna de la Licenciatura en Diseño Gráfico
Había una vez en Sýles un mago fregoncísimo (al menos eso decían algunos). Era todo un prodigio:
en las artes de transmutación nadie en todo el cosmos lo sobrepasaba, por lo que era millonario. También era
buenísimo para el deporte número uno: el pateabola, por lo que gozaba de una popularidad sin precedentes
que crecía cada torneo, ya que siempre se llevaba el premio al goleador más ducho. En cuanto a su físico,
como era mago, constantemente transfiguraba su rostro para hacerse todo un
top model
.
Pero ser el amo de su pueblo no le era suficiente.
Así que se lanzó a Nawales, la ciudad grande, en busca del éxito definitivo.
Pisó la urbe y antes de dar el primer paso se prometió comerse el mundo, y así lo hizo. Pronto derrotó a los
otros magos, tanto en las mesas de debate y academias como en los torneos de magia de combate…y hasta fue-
ra de ellas. Pero a pesar de demostrarle al mundo ser el máximo hechicero algo le faltaba. Todavía tenía hambre.
Así que se decidió a ir aún más lejos y hacerse regidor del mundo, lo cual no fue sencillo porque en ese mundo
donde el mago vivía no había gobiernos.
Pero siendo un mago tan fregón todo se puede…
Así logró someter, sin darse cuenta pero por la fuerza, a la ciudad entera. Se autonombró emperador de
Nawales. Pero el hambre no se le quitaba.
Pronto se olvidó de las demás personas y empezó a centrarse en él, en su éxito. Expandió su imperio (¿mercan-
til?) a las ciudades y pueblos vecinos y pronto hubo guerrillas y pobreza pero él desde su palacio veía cada vez
menos. Pocos se daban cuenta de lo que habitaba bajo ese rostro perfecto. La inmensa mayoría lo admiraba y
pronto comenzaron a imitarlo y a buscar el éxito a la manera del mago. Así fue como pronto tuvo muchos adversa-
rios, y todos buscaban el éxito (¿el poder?) y buscaban destronarlo y conspiraban todos los unos contra los otros.
El mago logró dominar prácticamente todo su mundo.
Pero tenía hambre.
Y de tanta hambre y no saber cómo saciarse se hartó (o quizás ya se había hartado y solo se percató de
ello), lo dejó todo y se fue a un lugar que se llamaba Yndya a buscarse. Y así se inauguró ese ciclo extraño
de exitosos que se sienten insaciados y se van al otro lado de su mundo a darse cuenta de que el éxito no es
como les habían contado y unos van y otros llegan…y así nunca se acaba esta búsqueda ridícula del “éxito”,
que de entrada nadie sabe si existe ni cómo es.
Eso sí, es algo que a todos nos enseñan a buscar en las universidades, las familias y la T.V.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Esto, al igual que el éxito, es puro artificio.
(¿)Éxito(?)
Por El Tlacuache