Página 10 - agosto2014

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formando el
mosaico
[ 10 ]
Ilustración: Edith Hernández Durana
S
onaba la tarima con todo en ese callejón oscuro, empantanado de
penumbra y mezcla de mugre y polvo gris tradicional de las calles
del centro histórico de Puebla. Había desenfundado su jarana no
hace mucho y la rasgaba, le daba con todo y ella cantaba a coro con las
otras voces de pino, hueso y cuerdas La Morena que había empezado
en segunda. Estaba vomitando todo, sudándolo como si aquel fandan-
go fuese un temazcal elaborado solamente para exudarle la tristeza y el
coraje y el empute a las personas. Toda aquella frustración se transfor-
maba en emoción y adrenalina al ritmo de las muelas y de la tarima en
ese trance-ritual afrocriolloindígena, jarocho...mexicano. La frustración de
haber nacido en un milenio que empezaba tan jodido. De vivir en un país
con un gobierno al que su gente no le importa ni un comino. De vivir en
un país al que su gente no le importa su gobierno ni un pepino. De vivir
en medio de los ríos de sangre y lágrimas que salen de nosotros mismos.
De vivir hundido en este océano de tantos gritos mudos. Tan frustrado
de querer cambiar su mundo y no encontrar más gente con las bolas
para hacerlo. ¿De qué sirve tanta formación, tanto “ser para los demás”,
tanto “contemplativos en la acción”? ¿De qué sirve si valientes sólo hay
un puñado y todos temen ser antorchas porque para incinerarse y ser luz
hay que dejar cosida sobre el piso la propia sangre? Nos faltan bolas a los
mexicanos para ser un mar de fuego que transforme nuestros campos,
sierras, ciudades y selvas. Una o dos velitas sólo pueden mantener la
llama de la esperanza con vida. Y eso era lo que hacía ahí, en ese callejón
de mala muerte en el que todo salía y se hacía vida y luz y música. Son y
trance, como mantra que libera, al menos por el tiempo breve de su exis-
tencia, de todo el mar de mierda a quien lo canta. Pensó que por lo me-
nos tenían ese último baluarte. Pensó que por lo menos ahí sí pisoteaba
la cultura y las ganas de vivir a la violencia, a la desgana, al malinchismo
¿Seremos luz?
Por Guillermo Guadarrama Mendoza, alumno de la licenciatura en Filosofía y Literatura
Alma de jarocha que nació valiente,
para sufrir todas sus desventuras.
-Agustín Lara
y a todas esas maldiciones autoimpuestas que hacen mierda nuestro
pueblo y que nosotros mismos mantenemos vivas... Ahí alimentaba su
esperanza, su fuego.
Apenas se dio cuenta. Hubo gritos disonantes y un humo extraño en el
aire que hacía arder los ojos. Golpes de macana en la cabeza, patadas,
la tarima destrozada y el viejito del harpa gritando el nombre de su espo-
sa que se había quedado al otro lado del callejón cuando había irrumpido
la policía. El suelo lleno de sangre y astillas... La mitad corrieron al hotel
que estaba al otro lado de la calle sólo para toparse con que el
wey
que
estaba en la recepción ya estaba cerrando con candado la puerta mien-
tras hacía cara de
pendejo
que “no ve nada”. Del otro lado ya no vio lo
que pasaba. Lo sabría al día siguiente: se llevaron a tres chavas y a dos
vatos
. A ellos les pusieron una
chinga
. A ellas mejor ni preguntó qué les
hicieron. Dijeron que había llegado la policía porque nadie había tramitado
el permiso para tocar música en la calle y tenían que mantener el “orden”.
¿Cómo hacerle frente a lamonstruosidad que tenemos al frente? ¿Sólo
siendo luz? ¿Sólo yendo de misiones en Semana Santa y pretendiendo
que con sólo una semana de nuestra vida cambiamos ya la de otros?
¿Durmiéndonos en clase de ARU? ¿Defendiendo un discurso pacifista
ante un enemigo que no respeta nuestra dignidad? ¿Siendo tibios para
evitar problemas “ajenos”? ¿Qué nos hace falta en realidad? ¿Ser fuego
sólo para alumbrar? ¿O también hay que quemar, ser un incendio que
devore todo y deje atrás sólo cenizas para así volver a empezar?
Basado en un hecho verídico.
Dedicado a todos los que fuimos golpeados, detenidos, torturados y vio-
lentados esa noche.