Página 8 - junio2014

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mosaico
central
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M
ucho se dice que la ociosidad es la madre de todos
los vicios, sin embargo, en estos tiempos pareciera
que no todos podemos contar con el lujo de tener
ratos de ocio. Con esto me refiero a que cada día se
incrementan las actividades que podemos realizar, no únicamen-
te en el campo laboral o de estudio, sino también las opciones
para emplear nuestro ‘tiempo libre’. Es decir, cuando lo emplea-
mos, automáticamente el tiempo libre deja de existir y no hay
espacio para el ocio. En días pasados me preguntaba: ¿hace
cuánto tiempo que no me recuesto en el pasto a mirar el cielo? Y
la respuesta me dejó a mí misma sin palabras. Hace años.
Tenemos la constante y urgente necesidad de estar haciendo
‘algo’, lo que sea. Precisamente, se ha mitificado al ocio como un
mal. Decían las mamás: “deja de estar de ocioso”, “el tiempo es
dinero, ponte a hacer algo”. Y entonces nos enseñaron a que pa-
sar un minuto “sin hacer nada” es lo mismo que perder la vida, el
tiempo y el dinero… ¡Vaya enseñanza! Y es que podemos estar ha-
ciendo algo no necesariamente productivo, pero de todas formas
estamos haciendo algo. Estar conectados a whatsapp o pendien-
Un lujo que pocos tienen
Por Mtra. Betzabé Vancini Romero, directora de Comunicación Institucional
tes de las redes sociales digitales, se han convertido en la nueva
forma de pasar el tiempo libre. Quizá suene a cliché pero he-
mos dejado de apreciar y valorar, incluso de ver, esas pequeñas
cosas de la vida que la hacen disfrutable. Nos empeñamos en
generar una rutina laboral, escolar, social, familiar, entre otras, y
nos olvidamos del tiempo para nosotros, de unos pocos minutos
de no hacer nada.
El ocio se ha vuelto un lujo tal, que sólo aquellos que tienen
los medios económicos suficientes o bien, la sabiduría necesa-
ria, se regalan unos minutos para contemplar el sol, el transitar
de las nubes, de disfrutar de su propia compañía. Uno de los
principios básicos de la meditación es no hacer nada, no pen-
sar nada e integrarnos con el todo. Pero incluso la meditación
y el yoga se han convertido en actividades de élite gracias a los
centros de yoga que cobran enormes mensualidades o a que la
gente ‘no tiene tiempo’ de meditar y poner su mente en blanco
unos minutos. Sin embargo, la verdad es que no cuesta, no pa-
gas ni pierdes nada por hacerlo.
Es por esto, que te invito, sí, a ti, querido lector a que en esta
misma semana que te estás tomando el tiempo de leerme, te re-
gales unos minutos para escuchar tu mente y lo que pasa dentro
de tu cuerpo. Te invito a que te recuestes y simplemente dejes
correr el tiempo, no lo cuentes, no te ates al reloj. Desconecta
y apaga todo eso que hace interferencia con lo que pasa en tu
interior. Cierra los ojos, si así lo prefieres o ábrelos y disfruta lo
que ves, así sea el cielo o el techo de tu habitación. Date este
enorme pero gratuito lujo de estar en contacto contigo mismo.
"Tenemos la constante y urgente necesidad
de estar haciendo ‘algo’, lo que sea.
Precisamente, se ha mitificado al ocio como
un mal."
Ilustración: Ma. Lissette Rojas Tejeda