Página 9 - junio2014

Versión de HTML Básico

Todos alguna vez hemos tenido un tiempo en el que,
por diversas
razones, nos relajamos para despreocu-
parnos de todo; y aunque la mayoría de las personas
asocia el ocio con la pereza, se podría decir que to-
dos, de alguna manera hemos caído en esa tenta-
ción. “Conócete a ti mismo” decía el oráculo de Del-
fos en la Grecia antigua, donde el ocio de algunos era
posible gracias a que otros eran esclavos. Si bien eso
fue hace miles de años, hoy por hoy, sigue teniendo
vigencia, sólo que ahora los esclavos somos noso-
tros mismos: trabajando sin cesar, aplazando hasta
la jubilación el tiempo suficiente para descansar. Sin
embargo, el conocernos a nosotros mismos, resulta a
menudo, muy difícil para quienes llevan una vida ocu-
pada con una agenda llena de planes; trabajando de
sol a sol todos los días, en su afán de tener una vida
mejor. Idea basada en la creencia de que cuanto más
hagamos y tengamos, mejores estaremos y más felices seremos;
pero la realidad dista mucho de ese ideal y, muchas veces, lejos
de sentirnos más felices y realizados, nos sentimos desanimados,
exhaustos y vacíos.
Existe alguna respuesta acaso a ¿cuánto debemos trabajar para
merecer un poco de tiempo libre? Y sobre todo ¿cuánto estamos
dispuestos a postergarnos a nosotros mismos, para tener un mo-
mento de ocio? Aquel descanso del espíritu, estado perfecto para
la auto-contemplación, y que nos permite ver de cerca esas pe-
queñas cosas de la vida que muchas veces pasan desapercibidas,
pero que podrían hacer la diferencia entre darle sentido a lo que
hacemos o simplemente vivir como robots, y cada lunes, cuando
suena el despertador, volver a empezar la misma rutina de siempre.
No obstante, hay que reconocer que la época y la sociedad
en la cual nos tocó vivir no son de gran ayuda, ya que nos im-
ponen trabajar duro por años para poder jubilarnos y, ¡al fin!,
descansar. “Has todo, has nada, el sistema en el que estamos
insertos nos insiste en la primera parte, como requisito para
merecer en la segunda, la cual puede esperar porque los fun-
damentos de nuestro sistema están en el hacer […] También
nuestra identidad suele basarse en el “¿a qué te dedicas?”.
Sea el capitalismo contemporáneo o nuestra adicción al traba-
jo; pareciera que el descansar está sólo permitido para quien
ha trabajado hasta agotarse”
1
.
Por tanto, es muy importante saber que, contrario a lo que se
piensa, se ha descubierto que no hacer nada trae inmensos be-
neficios. Necesitamos tiempo y espacio suficientes para pensar
en nada en particular y en todo en general, alejarnos un poco del
esquema rígido en que debiéramos vivir, y mirar la vida con más
calma. Hacer nada no es perder el tiempo, es en realidad apro-
vecharlo de otra manera, es vivir el tiempo y espacio en toda su
Por Alba Marina Montes Garrido,
alumna de la Licenciatura en Relaciones
Internacionales
intensidad natural. Eso los griegos como Sócrates, Platón y Aris-
tóteles o personajes como Newton, Da Vinci, Neruda, lo sabían,
y he ahí la raíz de su inmensa producción filosófica, científica y
literaria, y de cuyos beneficios gozamos hasta hoy en día.
Actualmente, la mayoría de los profesionales no se sienten sa-
tisfechos en su trabajo. Y debido a su frenética actividad laboral,
difícilmente podrán sentirse satisfechos con su vida. El ocio es muy
importante hasta para ser feliz y sentirnos en paz. Es hasta enton-
ces, cuando empezamos a tomar conciencia de las consecuencias
de no hacerlo. La relajación es tan importante como la actividad.
Llegados a este punto, respiremos hondo y reflexionemos
¿cuánto tiempo pasamos al día, solos para relajarnos, sin hacer
nada, sin gente, sin tele, sin ruido? La respuesta está en nuestro
interior, pero nuestro afán obsesivo por hacer es en realidad una
huida. Buscamos el alivio, pero no la sanación.
Quizás existe una fobia a la nada, a dejar de trabajar y poner
el cuerpo y la mente en reposo; se nos invita a trabajar por sobre
toda lógica de sobrevivencia, como si el sistema se fuese a caer
con un día que volvamos a casa más temprano. Cabría preguntar-
nos ahora ¿cuál es el verdadero precio que pagamos por mandar a
nuestros hijos al mejor colegio, cambiar de auto cada año, comprar
el celular más moderno y vestir al último grito de la moda? ¿No es
irónico y contradictorio, que después tengamos que trabajar un
poco más, para pagar un psicólogo, que nos ayude a superar el
estrés de tantas horas sentados frente a una computadora entre
cuatro paredes?, para finalmente recapacitar ¿estamos realmen-
te trabajando tanto para tener una mejor calidad de vida?.
1
Catalina Díaz Cisternas y Halszka Paleczek. VIAJES. Crónica 06 o el arte de no hacer nada
disponible en: http://sangria.cl/2011/01/viajes-cronica-06-o-el-arte-de-no-hacer-nada.
La realidad demuestra que ninguna situación
cambia hasta que deviene insoportable.
José A. Afarina
Más ganancias
que pérdidas
Ilustración: Ma. Lissette Rojas Tejeda
formando el
mosaico
[ 9 ]