Página 10-11 - mayo2013

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formando el
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Siempre curan,
siempre atacan
Por Luis Javier Castañeda, alumno de la Licenciatura
en Mercadotecnia
S
in entrar en detalle de qué es una palabra, alguna defini-
ción concreta o teoría sobre ellas, las palabras abstrac-
tamente como instrumentos, son los códigos lingüísti-
cos que los seres humanos entendemos y que tienen
finalidad alguna. Estas finalidades van dirigidas a otras perso-
nas, como seres humanos entendemos y sentimos, el cerebro
y el alma ligados, nos hacen pensar y sentir esas palabras que
llegan como mensaje a nosotros receptándolas de un emisor.
Las palabras en conjunto conforman una creación, sea una
historia, un pensamiento, una lección, convirtiéndose en textos
de diversas índoles y géneros que buscan persuadirnos, que re-
flexionemos, pensemos, o nos “cultivemos”. Es todo un viaje,
algún universo o una vida dentro de nuestras cabezas con las
palabras. Las palabras también tienen dos funciones antónimas
que afectan positiva y negativamente a las personas: las sanan y
las destruyen. Pensemos a quienes hemos sanado, ¿por qué los
sanamos? ¿Cómo los sanamos? Es maravilloso y consolador
que determinadas personas utilicen las mejores palabras de la
mejor forma para salvarte, acercarte, guiarte o llevarte a lugares
únicos y especiales buscando satisfacción propia y compartida.
Así como sanamos o nos sanan, podemos destruir, acabar
con ese elemento interior en cada ser humano, ese pilar ubicado
en el alma de todo ser humano, algunos lo tienen más bajo a tal
nivel de llegar a la vulnerabilidad espiritual, otros más alto a tal
grado de ser ególatras, a final de cuentas nos es más fácil –para
algunos divertido y para otros natural- destruir a las personas a
través de críticas, opiniones, observaciones, prejuicios que so-
lemos disfrazar de “detallitos”. Las palabras son herramientas
y en conjunto un poder de dirección directa e indirecta sobre el
futuro de las personas.
Y a todo esto, debemos conocer las palabras, qué son, cuáles
son, qué contienen y para qué usar. En conjunto, forman el lengua-
je a través del cual nos comunicamos y expresamos, no podemos
vivir solos y sobre todo, debemos liberar sentimientos, deseos,
pensamientos o ideas buscando construir… lo que queramos.
Por José Eduardo Zárate López, alumno de la Licen-
ciatura en Mercadotecnia
Sería ilógico pensar que la palabra no tiene poder. La pa-
labra crea, sana y destruye.
Las personas deben de estar conscientes de que la palabra
tiene poder, y el hecho de ser capaz de comunicar, implica asu-
mir responsabilidad sobre lo que se dice.
“Bastones y piedras podrán romper mis huesos, pero las pala-
bras nunca podrán lastimarme.” Quien dijo por primera vez este
proverbio inglés seguramente no estaba consciente del poder
de las palabras.
En muchas ocasiones, lo que le da a la palabra tanto poder, es
la forma en cómo decimos las cosas. Depende en gran medida
cómo se conjugan estas dos variables, palabra y forma, para
que la palabra juegue como actor de sanación o destrucción.
Una frase muy acertada es la de Michel Montaigne: “La pala-
bra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.”
Si consideramos esta cuestión, es posible apreciar el poder de
la palabra de comunicar y transformar ideas, siendo capaz de
crear ramificaciones de pensamientos, y es ahí donde yace su
poder de creación.
Las diferentes manifestaciones de la palabra tales como la
poesía, la canción y la narrativa, logran que se consagre como
uno de los elementos de creación más versátiles que existen.
La creatividad y la palabra son elementos singularmente rela-
cionados. Uno se puede manifestar a través del otro y se pue-
den complementar.
El poder de la palabra se extiende más allá de lo que la pala-
bra misma puede describir. Así mismo, no se puede encasillar
en un solo concepto la creatividad, ya que implica libertad de
pensamiento.
Es interesante como a pesar de la serie de pensamientos que
recorren nuestra mente a diario, no todos llegan a expresarse a
través de palabras, ya que seguramente nos encontramos cons-
cientes del poder de la palabra.
Ilustración:Edith Hernández Durana
Palabra, creación y poder
cuentan de antonio el
antonio del desierto
apropos del poder de la palabra le parole come pietre etcétera
que un buen día entraba en la iglesia
llena de sordos y tullidos mudos tontos pero especialmente sordos
-porque a todos se dijo lo mismo-
que se leía el evangelio del joven rico
que ni robaba ni mentía ni comía de más
ni pensaba en la betsabé de la casa de atrás
y era muy joven y muy infeliz el pobre
y después de enumerar nueve u ocho
de las diez palabras del dekálogos
jesús el pobre esenio de la túnica inconsútil
el amigo del rico josé de arimatea
de zaqueo de jericó
pero tan pobre que pidió fruto a una higuera
cuando le rugió la tripa a él
y a los otros doce hippies que andaban de aquí pa’llá con el
maestro
maestro hazme sentarme a tu derecha maestro bueno es estarnos
Por Pablo Piceno Hernández, alumno de la
Licenciatura en Literatura y Filosofía
ANTONIO DEL DESIERTO
aquí
maestro come rabbí come vosotros me seguís porque os habéis
llenado
la barriga dijo un día y dijo él con su palabra
maldita seas no des nunca fruto más
y se secó la desgraciada higuera
ese mismo jesusito el tremendo
le dijo si quieres ser feliz
ándale pues vende tus triques vende todo lo que tienes
y dáselo a los pobres
y como pablo dice que por la palabra quiso dios salvar al mundo
por la estupidez del kérygma
pues antonio que iba de paso
huérfano y bien forrado se dijo ese joven
seré yo? y la palabra se hizo carne en él habitó en él
puso su shekiná en él le devolvió el ser y antonio
se fue al desierto y se hizo sabio creo que más que salomón
y lo vendió todo y no pronunció palabra nunca más que amaos
amad amemos
y nacieron manantiales de palabras similares
en el desierto del sinaí.
Nota: La redacción forma parte del estilo del autor.
Lo primero que aprendí – junto con el “no mentir” y “haz la tarea” – fue “las
palabras tienen poder”, por eso debía tener cuidado con ellas, porque podría provocar
un cataclismo de dimensiones apocalípticas o todo lo contrario – por ejemplo, un hela-
do antes de comer-. Cuestión de palabras.
Muchas veces se ha dicho que las palabras pueden hacer daño, eso es verdad, inclu-
so me he enterado recientemente que si a un suicida le dices -aunque tú no lo sepas-
algo referente a “la vida es horrible” puedes ser acusado de homicidio no premeditado
–disculpen aquí que no recuerde la tipificación adecuada y la hipérbole–. Cuestión de
palabras en momento oportuno.
También podríamos decir que el poder de las palabras se remonta al Génesis, según la
Biblia –también un libro - “al inicio era el verbo” y luego Dios “
dijo
hágase la luz” y así se
hizo, si eso no es poder no sé qué será entonces. Cuestión de palabras atinadas.
Pero también es dado hablar de asuntos más mundanos, por ejemplo los discursos
políticos; en los que se trata de usar las palabras más adecuadas –ambiguas- para no
comprometerse del todo - aclaremos que sí se compromete todo lo que le sea permi-
tido, en espíritu.- mientras se promete algo de lo que muy posiblemente, o más bien
probablemente ha de dificultarse su cumplimiento. Cuestión de palabras y cantinfleo.
Otro ejemplo, copiando al filósofo Charles Leslie Stevenson, es aquél en que nos
referimos a mujeres solteras maduras, la reacción es remotamente distante entre decir
solterona, o mujer soltera. Cuestión de palabras y entonación.
En fin, hay un sinnúmero de ejemplificaciones del poder de las palabras, yo les dejo
mis preferidas y me encantaría conocer las suyas.
Cuestión de palabras
Por Ixchel Pacheco Ortiz, alumna de la Licenciatura
en Literatura y Filosofía