Página 5 - noviembre2013

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mosaico
central
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Ilustración: Edith Hernández Durana
La migración irregular es un fenómeno poco visibilizado al igual que los migrantes irregulares que
transitan por Puebla. La realidad que ahora vive la ciudad en el tema de la migración nos ha hecho voltear a ver
en el último año quién es la persona con acento extranjero que está en las esquinas pidiendo una moneda o
algo para comer.
Son migrantes centroamericanos que se desplazan por diversas razones y que están aquí por otras más;
la precariedad económica, la falta de bienestar social y el incremento de la violencia son sólo algunas de las
razones que cada semana se documenta en la estación migratoria. Están aquí, en Puebla, por la violencia que
se vive en la ruta migratoria, sobre todo en la ruta del tren que los lleva de Tabasco o Chiapas hacia Tamau-
lipas. Este contexto los ha obligado a buscar nuevos caminos para ir subiendo hacia la frontera y acercarse
cada vez más al sueño americano.
Puebla no se consideraba un lugar importante dentro del mapa migratorio del país, porque los migrantes
no se visibilizaban, a pesar de que el estado cuenta con una diversidad de rutas migratorias. El tren, autobús,
tráileres y
raid
son los medios más frecuentes en los que viajan los migrantes, particularmente los centroa-
mericanos. La invisibilidad casi fantasmal era un elemento que los acompañaba en su largo recorrido, ahora,
hacerse visibles es fundamental para sobrevivir el día a día en esta ciudad.
Varias son las preguntas que nos surgen al verlos en las esquinas ¿qué harán aquí? ¿Por qué se están
quedando en Puebla? Muchas pueden ser las respuestas, el hecho es que están ahora entre nosotros y que
la vulnerabilidad los acompaña por ser migrantes, centroamericanos, irregulares, un conjunto de “desconoci-
dos” de los que no acertamos con qué intenciones viene, se queda o continua su camino. Lo que sí podemos
asegurar es que ellos necesitan nuestro respeto, y nuestra solidaridad. Necesitan que todos, incluidas las au-
toridades, hagamos valer sus derechos para que continúen su camino como personas y no como criminales o
extraños. No por el hecho de contar con una condición de irregularidad sus derechos humanos desaparecen
o pueden ser violentados.
En consecuencia debemos actuar para generar un ambiente de respeto a los derechos humanos de las
personas migrantes. Migrar también es un derecho y hay que hacerlo valer. Como sociedad tenemos que
preocuparnos por las problemáticas sociales que aquejan a nuestro estado y sobre todo las que afectan a
los grupos más vulnerables como lo son ellos. Es fundamental que las autoridades reconozcan los movi-
mientos migratorios en el estado y sus impactos para la creación de políticas integrales y más equitativas.
El Dr. Roberto Garreton, abogado chileno defensor de los derechos humanos en la Dictadura de Pinochet,
mencionó en su visita a nuestra Universidad, que defender los derechos de las personas es un derecho que
todos debemos ejercer para tener estructuras sociales más justas y solidarias. La presencia de las personas
migrantes centroamericanas en Puebla es una oportunidad de ejercer nuestro derecho a promover y defender
los derechos humanos.
La invisibilidad en movimiento
Por Mtra. Irazú Gómez Vargas, responsable del Programa de Asuntos Migratorios