Página 13 - octubre2014

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formando el
mosaico
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¿Y nosotros nos quejamos?
Por Elena Gizli
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, en poco me-
nos de una hora cruzaríamos la frontera, después de todo el día de
estar caminando bajo el agobiante sol, mis pies me dolían, sentía
que mis botas se iban a derretir en cualquier momento, unas gotas
de sudor rodaban por mi frente sucia tras días sin bañarme, me
senté en la sombra de un árbol sobre una piedra, una brisa de
aire me pegó en la cara dándome una sensación de aire frío por
el sudor.
Es común escuchar constantemente comentarios de solidaridad,
reproche, enojo, angustia y preocupación por la situación que
viven los paisanos migrantes en la frontera con Estados Unidos.
Sin embargo, yo me cuestiono, ¿a los migrantes latinoamericanos
que cruzan nuestro país con el deseo de alcanzar el sueño
americano, cómo los tratamos? Me ha tocado ver en repetidas
ocasiones que en las esquinas de los semáforos o en los camiones,
se encuentran personas pidiendo ayuda, pues vienen de paso y no
cuentan con las cosas necesarias para sobrevivir. Lamentablemente
la reacción habitual de algunas personas es cerrar la ventanilla para
no escucharlos y voltear al frente para pretender que no existen.
¿Cómo podemos quejarnos de la manera en que son tratados
nuestros paisanos en Estados Unidos si nosotros hacemos lo
mismo aquí? Me parece que lo primero que se debe hacer para
poder cambiar esta doble moral, es volteando a escuchar lo que
nos tienen que decir, si decidimos o no ayudarlos ya dependerá si
se les cree (ya que no estoy negando que hay personas que afirman
necesitarlo y sin embargo es mentira). Al final lo que hagan con la
ayuda mínima que se les proporcione ya será asunto de ellos.
Por otra parte, existen programas de ayuda para las personas
que van de paso, tal como las “Patronas”, señoras que lanzan
víveres a los viajantes o les dan hospitalidad. Pues bien, si no
les creemos a las personas que nos encontramos en la calle,
aportemos un poco de ayuda donando alimentos o vestimentas
para que ellas se las hagan llegar y si nos encontramos con alguien
que necesite ese servicio en la calle, se le puede remitir a alguno
de estos lugares.
Lo importante es tomar acción, podemos aportar una acción que
a nosotros nos parezca mínima, mas no sabemos si para la otra
persona es justo lo que necesitaba para sobrevivir y poder pasar
un día o una noche más. Esta cuestión me lleva a un concepto
particular, el de la hospitalidad, la cual se entiende, según la RAE
como: “la buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros
o visitantes”. Pongámonos en los zapatos de los demás por un
momento. Si nosotros estuviéramos en una situación así de difícil,
en la cual por cuestiones externas a nosotros mismos debemos
abandonar nuestro país, casa, familia para poder obtener mejo-
res condiciones de vida o al menos un poco más de dinero, ¿no
esperaríamos que alguien nos ayudara o que no lo hiciera pero que
al menos no nos pusiera las cosas más difíciles o nos tratara como
si no fuéramos seres humanos?
Todos somos seres capaces de sentir, y si ya de por sí la
aceptación de que se debe abandonar el hogar y país para mudarse
a otro lugar donde las condiciones no son mejores, sino diferentes,
donde el proceso de llegada es más duro de lo que se puede
imaginar y a veces no se sabe si se logrará pasar una noche más;
imaginemos que aparte de todo, esas personas que son iguales a ti
no son capaces de escuchar lo que tienes que decir.
Seamos conscientes de todo lo que implica convertirte en
un migrante, en la forman despectiva que se le ha dado al término
a pesar de que no es ninguna situación por la cual deba existir
vergüenza, la manera de ver a los hermanos latinoamericanos que
van de paso al mismo lugar a donde se encuentran miles y miles
de mexicanos que no son apoyados, sino todo lo contrario.
Es tiempo de ayudar, momento de tomar acción y ser
capaces de ofrecer mínimo, una sonrisa que denote hospitalidad y
que ayude a conservar la esperanza en que los seres humanos no
hemos perdido nuestra humanidad del todo.
Ilustración: Patricia Velazco Jiménez, alumna de la licenciatura en Diseño de Interacción y Animación Digital