Página 7 - octubre2014

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central
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Por Mtra. Irazú Gómez Vargas, responsable del Programa de Asuntos Migratorios /
Miembro de la Red Jesuita con Migrantes en México
El tema de la migración a menudo se plantea desde los intereses
económicos y políticos perdiendo de vista la realidad humana que tie-
ne de fondo. Jon Sobrino, teólogo y jesuita, plantea desde una reflexión
teológica:
“el docetismo de la realidad migratoria” una mirada que re-
presenta a las migraciones solo como algo virtual que no toca ni debe
tocar nuestras existencias, así nos desentendemos de “la realidad real”
que los migrantes deben enfrentar cada día. Al mismo tiempo nuestro
concepto de la migración se va dibujando desde los medios de comuni-
cación masivos que en vez de informar íntegramente sobre la realidad mi-
gratoria tratan de vender enfoques e historias fabricadas desde distintas
perspectivas: desde la seguridad nacional, desde la política y economía”
.
Campese, 2008:55.
La realidad es que la migración nos ha tocado desde sus distintos
contextos de origen, tránsito y retorno en nuestro día a día. Ahora el
escenario que se plantea para México, es recordar su tradición como país
de acogida con los pueblos que sufren pobreza, violencia y exclusión,
es decir, nuestro país se coloca una vez más ante el reto de ser segunda
opción de destino para las personas centroamericanas que huyen
de la violencia sistemática que viven en sus países. Este reto no solo
se plantea para México, sino para otros países que se vuelven la esperanza
de los más de 50 millones de personas desplazadas forzadamente en el
mundo
1
. En 2013, México recibió un millón 296 solicitudes de personas
que buscaban asilo, de las cuales casi el 70% procedían de Honduras, El
Salvador y Guatemala
2
. Las razones principales de las solicitudes fueron:
el reclutamiento forzado y la extorsión por parte de las pandillas.
Esta tendencia coloca a la sociedad mexicana antes numerosos
desafíos, porque desgraciadamente la figura de las personas migrantes
en nuestro país se les ha despojado del lado humano, hemos dejado
que la discriminación y estigmatización estén por encima de ver a la
persona que ya no solo migra por un sueño americano, sino por no
ser reclutado, por no ser extorsionado, por salvar su vida y la de sus
familiares. ¿Cómo dar una respuesta humana a un panorama que se
marca des-humanizante?
Es así que cuatro redes de la Compañía de Jesús nos invitan a ver
la hospitalidad como una respuesta a reconocer el espacio del que
es diferente, a trabajar e incluirlos, a no seguir siendo una sociedad
xenofóbica. Nos invita a entender que la persona diferente puede
incluirse en nuestra sociedad, que trae consigo una riqueza cultural
que también nos puede construir como mejores seres humanos.
¿Qué cambios sustanciales se deberán promover para caminar hacia
una sociedad incluyente? Es importante ir generando y creando políticas
públicas que promuevan los derechos de las personas refugiadas,
desplazadas y migrantes, que apoyen la integración local, entornos
respetuosos y solidarios. La educación es otra opción que puede
transformar de fondo el contexto para ir caminando hacia una integración
cultural. Es así que veamos a la hospitalidad como un valor esencial para
responder a las transformaciones de nuestras sociedades. Esta comienza en
un movimiento interior que mueve el corazón y las entrañas a reconocer
a los diferentes, a conmoverse por su situación de dolor, condición en la
cual se encuentran las personas migrantes, desplazadas o refugiadas.
1
Tendencias globales 2013, La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (ACNUR), 2014.
2
Estadísticas 2013, Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. 2014
Ilustración: Edith Hernández Durana