Página 10 - septiembre2014

Versión de HTML Básico

formando el
mosaico
[ 10 ]
Ilustración: Fernando Michel Calderón Miranda
A mí también me gusta, porque mi nombre verdadero significa “dolor
afligido”. Mi padre me contó que hace unos días alguien le trajo
una copia impresa de este diario diciendo lo maravilloso que era.
Mi padre sonrió, pero ni siquiera podía decir que eso había sido
escrito por su hija.
Para Malala, el camino a la escuela resultaba un camino desafiante,
después que se dio a conocer la verdadera identidad de aquella niña
que se atrevía a criticar el Talibán, un criminal ataque de bala propicia-
do por un grupo talibán puso en juego su vida, cuyo hecho forjó un
efecto boomerang, en vez de convertir a Malala en una víctima más
del régimen, la puso en el pedestal, convirtiéndose en una heroína. Su
ataque, increíblemente no le robó el derecho de soñar, le abrió las
puertas del mundo ins-
talándose como una de
las líderes sociopolíticas
jóvenes más inspirado-
ras del mundo.
La historia de Malala,
no quedo en el apacigua-
miento del Talibán, emer-
gió tras la controversia y
la marginación, su “rebeldía” que consta de justicia y libros, la llevó
a la lucha para renacer del analfabetismo que quisieron inducirles, a
ella y otras niñas. Actualmente fue acogida por Inglaterra tras ame-
nazas de muerte, sin embargo, para ella es importante expresar sus
sentimientos,
“quiero hacer algo por la educación, es mi único deseo”.
Me parece una joven admirable, en sus pocos años de vida ha
experimentado lo peor y mejor que pueden ofrecer los seres hu-
manos, una joven singular con una capacidad de razonamiento
imprescindible, sin duda es de esos caso en la vida que tienes
que conocer su historia, inspirarte e impulsarte.
S
iempre he pensado en los contrastes de la vida, sin
embargo, observar la realidad me asemeja lo variado y
cambiante que puede ser. Oriente, occidente, norte, sur,
mujeres, hombres, etcétera. Quien diría que para mí y otras mu-
jeres, la educación es una obligación, un derecho, y para otras la
posibilidad de una educación es lejana e inadmisible.
En Pakistán, la niña suele ser objeto de segregación desde
la infancia hasta cuando llega a la edad adulta. La inferioridad
hacia ellas se ve reflejada en la negación de sus derechos y ne-
cesidades fundamentales, por ejemplo: la educación.
Esto es acerca del liderazgo y tengo solo una cosa que decir:
Malala Yousafzai, la niña paquistanesa que desafío el poder de
un de los ejércitos más crueles y violentos del mundo para po-
der asistir a la escuela.
El principio de la historia ocurre en el Valle de Swat, cuando el
Talibán se instala en el poder y ordena la clausura de escuelas
de niñas. Gul Makai, tras bambalinas narraba el triste escenario
que vivía día con día en un blog publicado por la BBC.
Tuve un sueño terrible anoche en el que había helicópteros
del Ejército y talibanes. Tengo esos sueños desde que se lanzó
la operación militar en el Swat. Fui a la escuela con miedo por-
que el Talibán había emitido un edicto en el que prohíbe que las
niñas vayamos a la escuela. (…) Mis tres amigas se fueron con
sus familias a Peshawar, Lahore y Rawalpindi después del edicto.
(…) Mientras iba a la escuela escuché a un hombre decir “Te voy
a matar’. Apuré el paso y cuando miré hacia atrás el hombre ve-
nía detrás de mí. Pero, para mi gran alivio, él estaba hablando por
teléfono así que debía estar amenazando a alguna otra persona.
Hoy leí mi diario escrito para la BBC (en urdu) y publicado en el
periódico. A mi madre le gusta mi seudónimo ‘Gul Makai’ y le dijo a
mi padre, ¿por qué no cambiamos su nombre por el de Gul Makai?
Malala
Por Fernanda Sarao Oramas, alumna de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública
“El mayor terror de los talibanes ha resultado ser un niña de 14
años armada con unos libros”.
“Fui a la escuela con miedo
porque el Talibán había
emitido un edicto en el
que prohíbe que las niñas
vayamos a la escuela. (…)”