Rúbricas 1

94 primavera - Verano 2011 En segundo lugar, Democracia reprobada está escrito por seis investigadores, provenientes de cuatro importantes universidades (la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, la Universidad Iberoamericana Puebla, la unam y la Universidad Autónoma del Estado de México) y del sistema de educación media superior del Gobierno de la Ciudad de México. De los seis investigadores, tres son mujeres y tres hombres; cuatro tienen doctorado, uno es candidato a obtenerlo y una es maestra; todas y todos tienen obra publicada –aunque naturalmente la de unos es más vasta que la de otros– y la mayoría está conformada por autoridades reconocidas en el campo de las Ciencias Políticas. En tercer lugar, el libro aborda temas que son ineludibles. Es más, me atrevería a decir que trata “los” temas desde la perspectiva del “gran público” (que también merece ser tratado como interlocutor). Me detengo aquí un momento. Julio de 2006 no se ha desvanecido. Todavía hoy, de acuerdo con El Universal, 38% de la población no confía en los resultados de esa elección y, en buena medida por eso, 44% tampoco cree que se respetará la voluntad popular en los comicios de 2012. Y con respecto al ife, por ejemplo, Consulta Mitofsky reportaba en octubre pasado 20.4% de “mucha confianza”, cuando en diciembre de 2005 Ipsos Bimsa señalaba 76% y en mayo de 2006 Parametría hablaba de 60%. Y no es todo: López Obrador sigue llamando “espurio” a Calderón y oponiéndose –tal vez por esto– a las alianzas del prd con el pan; Calderón sigue creyendo –lo dijo no hace mucho en una entrevista– que Amlo era “una amenaza para México”. Fox admitió en una entrevista radiofónica, apenas el miércoles pasado, que “cargó los dados” en contra de este último en la elección de hace cuatro años. Pero hay también otra razón para la permanencia de 2006 (una a la que luego volveré muy brevemente). A ella se refiere Rosa María Mirón Lince (p. 158): “[…] los recientes comicios federales mostraron la existencia de dos polos antagónicos […] La disputa se polarizó; ‘la opción entre izquierda y derecha se configuró como la cuestión principal’”. Y a esta razón se había referido también, pero desde febrero de aquel año, Denise Dresser: “[…] en la elección de 2006: […] la ideología contará. Nunca antes se había dado una confrontación tan clara entre la izquierda y la derecha”.1 Regresemos a la estrategia del libro, al modo cómo buscó lograr su propósito: el contenido. A los temas que aborda y que he dicho son ineludibles, sobre todo para el ciudadano medianamente informado (y memorioso) sobre julio de 2006. 1 Denise Dresser, Mural, 13 de febrero de 2006, p. 14. Decíamos que son dos los ejes que cruzan el texto, dos sus preocupaciones centrales: el desempeño del Prd y de López Obrador, por un lado, y el de las instituciones electorales (el ife y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –tepjf–) y otros actores (Vicente Fox, el Consejo Coordinador Empresarial – cce–, el snte), por el otro. Así, los trabajos primero, quinto y sexto (la mitad del total) se refieren, sobre todo, al segundo eje (las instituciones y los otros actores); mientras que el tercero y el cuarto se vinculan con el primero (amlo y su partido). El segundo, por su parte, toca –así sea indirectamente– ambos. Y es que la gran –y quizá un tanto simple y simplificadora– pregunta que nos seguimos haciendo se refiere a esos asuntos: ¿amlo perdió por sus errores de campaña o por las acciones de sus adversarios?, ¿se confió o le hicieron fraude? ¿O por ambas cuestiones? Para nuestros autores la conclusión es clara (y quizás para algunos de sus posibles lectores “medio desencantadora”): amlo perdió la Presidencia de la República por errores propios y de su partido, y como resultado de violaciones a la ley por parte de Fox, del cce y del snte, y por indecisión del ife e incoherencia del tepjf. ¿Y qué pesó más, los errores o los delitos y las omisiones? Me parece que el libro aporta más información sobre lo segundo –los delitos y las omisiones–, lo cual no necesariamente quiere decir que eso fue lo que deliberadamente se propusieron decir sus autores. Pero aunque la pregunta por las razones de la derrota de amlo sea la mayor que plantea Democracia reprobada, no es de ninguna manera la única y –dependiendo del interés particular del lector– quizá tampoco la más interesante. Hay otros, muchos otros temas que el libro pone sobre la mesa. Señalo sólo algunos: la importancia –en México– de las campañas y de los candidatos en la configuración del voto y, en particular, del voto estratégico y del voto negativo; el fenómeno del fraccionalismo o faccionalismo en el prd (muy conocido, aunque poco trabajado analíticamente); las transformaciones que ha sufrido la participación de las cúpulas empresariales en la política; el snte, su relación con los gobiernos federales panistas y su operación electoral; etcétera. Cierro con un asunto, en función del cual cité interesadamente a Mirón Lince y a Dresser: la polarización que mostraron, alimentaron y enconaron las elecciones presidenciales de 2006. Polarización sin la que resulta ininteligible –a mi juicio, por supuesto– aquel hecho tan presente. Antes y “por abajo” de los fenómenos trabajados en Democracia reprobada, en 2006 operó como un elemento divisorio de la sociedad mexicana la existencia

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