Rúbricas 2

74 Otoño - Invierno 2011 los indígenas representaron el 62% y 41% respectivamente. En algunos países como Argentina y Uruguay el desafío es prácticamente inexistente. Las diferencias por condición indígena y sexo destacan las desigualdades que caracterizan a estas poblaciones. Los años de educación promedio de las mujeres indígenas son menores a 5 en una muestra de 11 países, frente a 6 de los hombres (pnud); para México es de 4 años vs. 5 para los hombres. Esto contrasta con el hecho de que en Panamá, Venezuela y Costa Rica, las mujeres no indígenas han alcanzado años promedio de educación incluso superiores a los hombres. El acceso a la educación media y superior de los indígenas también presenta una brecha importante respecto a la no indígena y esto impacta fuertemente la distribución del ingreso y de las oportunidades sociales. Como sabemos, los indicadores de educación tienen relación estrecha con los indicadores de salud. No debe extrañar, entonces, que las tasas de mortalidad infantil en la región sean superiores en la población indígena que en la no indígena. En todos los países existe también una brecha significativa en el acceso a infraestructura básica en la vivienda y a agua entubada, drenaje y electricidad. Si bien esta situación mejoró en la última década, sobre todo en países como México, la cobertura sigue siendo insuficiente y contrastante con la población no indígena. Diversos factores como la densidad poblacional, su dispersión y las condiciones orográficas en que habita la población indígena (pi) son importantes determinantes de estas desigualdades, pero la problemática va más allá. Estudios recientes del pnud sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas de México muestran desigualdades persistentes que se vinculan con el gasto público. El 10% con menor idh sólo recibe el 5.7% del gasto público en educación tratándose de la (pi); de igual manera, el mismo grupo sólo se beneficia del 6.7% de las transferencias gubernamentales que reciben los indígenas, mientras que el 10% de la pi con mayor idh recibe el 31.7%. Las reformas constitucionales que, en diversos países de la región, reconocen a la población como diversa culturalmente y que promueven la igualdad de derechos y el respeto a la identidad han generado acciones de política pública que están incorporando gradualmente la transversalización de la dimensión indígena en todos los ámbitos de gobierno. Esto ha tenido, sin duda, un efecto positivo sobre el bienestar de los pueblos indígenas, pero aún existe una tarea importante a realizar, particularmente en lo que se refiere al ejercicio de sus derechos humanos y culturales, así como en cuanto a una igualdad efectiva de oportunidades económicas y educativas. En los próximos años habrá que realizar un esfuerzo especial para subsanar esta situación tras de dos siglos de independencia. Las universidades jesuitas pueden y deben contribuir de manera importante a avanzar en esa dirección. (En México se está haciendo, por ejemplo, a través de iniciativas tales como la Universidad Ayuuk en la región mixe del sureste.) • El dilema de las migraciones latinoamericanas. El número de emigrantes en el mundo aumentó en alrededor de 110 millones en el último medio siglo. Una estimación del año 2005 de la onu calcula los acervos mundiales en 190 millones de personas, dos tercios de los cuales se dirigieron hacia las economías desarrolladas; en 1960 estas regiones eran destinatarias de 42% de los migrantes internacionales, donde representan proporciones crecientes de la población total. Estados Unidos ha sido el principal destino, pero se observa un flujo creciente hacia otros países como Canadá, Australia y España. La búsqueda de empleos, mejores salarios y superiores condiciones de vida, en general, hoy son el principal motor, aunque subsisten flujos irregulares de refugiados políticos. Hacia mediados del siglo pasado, América Latina dejó de tener el atractivo tradicional para migrantes externos a la región; en cambio los flujos intrarregionales y hacia el exterior cobraron mayor importancia. Según la celade, los emigrantes latinoamericanos llegaron a 21 millones en 2000 y a casi 25 millones en 2005; en 2010 deben haberse aproximado a los 29 millones. Se estima que el total de emigrantes es cuatro veces mayor que el de inmigrantes. Excepción serían Argentina, Costa Rica, Venezuela, Belice y algunas islas del Caribe. El 43% proviene de México y más de un millón de Centroamérica y el Caribe. Estados Unidos es el principal destino externo. Se estima que en 2004 residían ahí 18 millones de latinoamericanos, que representaban poco más de la mitad de inmigrantes de ese país. Esta población –heterogénea y en alta proporción indocumentada– junto con los latino-descendientes nacidos en eua, conforman ya la primera minoría étnica de ese país. Sin embargo, a partir de 1990 los emigrantes sudamericanos se han dirigido en proporciones crecientes a España, Japón, Canadá, a otras naciones de la Unión Europea, a Australia (chilenos) e Israel (argentinos). Cabe destacar que en el caso de los que se han dirigido a España, más de un tercio han obtenido carta de naturalización. Sin embargo, en los últimos cuatro años el crecimiento de América Latina y en particular de Brasil y, en menor medida, Perú, han convertido a estos países en un imán, especialmente para europeos profesionales y técnicos calificados, que han visto aumentar bruscamente los niveles de desempleo en sus países de origen; España y Portugal principalmente. En el caso de Brasil, tan sólo entre 2010 y 2011 el número de inmigrantes creció 52%. En diciembre de 2010 había 961 mil 877 extranjeros viviendo legalmente; hoy son 1 millón 466 mil. Si se considera los inmigrantes indocumentados la cifra supera los 2 millones. Según el Ministerio de Justicia de Brasil, el mayor número de inmigrantes extrarregionales en el último año provino de Portugal, 287mil 856, seguido de China, 35 mil 265. Los migrantes intrarregionales se estiman en tres millones de personas, que se mueven principalmente entre países fronterizos del Cono Sur,

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