Rúbricas 7

16 Primavera - Verano 2014 Por eso es más urgente definir cómo puede ser el porvenir que quedarse en la crítica del pasado. El análisis crítico del antiguo modelo ideológico de la modernización europea debe ayudarnos a formular los problemas del futuro próximo. Pero considero que sería un peligro igualmente grave abandonar la idea clásica de la Modernidad definida por el universalismo de la razón y de los derechos humanos. El relativismo cultural sistemático y su expresión institucional, el multiculturalismo radical, a pesar del valor positivo que le otorga a la tolerancia, no tiene la capacidad de resistir los ataques de los comunitarismos, de los regímenes autoritarios, de los fundamentalismos fuertemente dominados por el jihadismo, no solamente en los países musulmanes. En particular, la opinión pública se moviliza, con razón y cada vez más activamente, contra la discriminación y las violencias a las cuales son expuestas las mujeres en muchos países y que quedan, en general, impunes. Mientras en los países occidentales varios movimientos feministas han perdido parte de su fuerza en un ambiente ideológico que privilegia los intereses comerciales y da cada vez menos importancia a las ideas, a los debates sociales y culturales, la dependencia y la inferiorización general de las mujeres moviliza una oposición creciente en muchos países emergentes, en primer lugar, en los oficialmente musulmanes. En los países occidentales las violencias contra las mujeres, en particular las violencias sexuales, provocan protestas que las autoridades administrativas y los jueces no pueden ignorar. La debilidad actual de los feminismos europeos no puede ser utilizada como pretexto para ignorar que la “causa de las mujeres” tiene, en el periodo actual, importancia predominante en el ámbito mundial. La situación de las minorías sexuales (lgbt) es aún más dramática en un mundo cargado de xenofobia, de racismo y de rechazo a todas las conductas minoritarias. Entonces, me parece relativamente fácil afirmar y defender una primera conclusión general: la necesidad de combinar el universalismo de la Modernidad con un multiculturalismo limitado: indispensable en los numerosos países que no tienen una homogeneidad cultural fuerte. Es importante saludar el éxito de los esfuerzos realizados, en particular en Bolivia y en Ecuador, para construir un modelo de repúblicas multiétnicas, como lo son muchos países andinos. De manera opuesta, la situación en los países balcánicos va empeorando a medida que aumenta la crisis económica europea y con ella la emigración de muchos gitanos o roms hacia los países occidentales. En realidad, las minorías en general se encuentran cada vez más amenazadas en muchos países. En casi todo el mundo, la oposición entre la defensa universalista de derechos y la defensa, en general agresiva, de identidades; la oposición entre la homogeneización de la población y la afirmación de la superioridad de una comunidad frente a las otras, es una fuente muy importante de conflictos. Todos nos interrogamos sobre la evolución en un futuro próximo de los movimientos neouniversalistas, es decir: democráticos, y de sus enemigos, los comunitarismos y los movimientos de defensa de una identidad. No estoy aquí defendiendo el universalismo europeo y condenando los comunitarismos, sino, lo repito, buscando métodos, procesos, a través de los cuales se pueda combinar el universalismo de los derechos con el respeto a la especificidad de las historias, de las culturas y por lo tanto, de los caminos de la modernización. Creo que el cambio político más importante en el mundo consiste en la formación de nuevos movimientos democráticos, definidos básicamente como tales. Estos movimientos, que se apoyan en gran parte en los jóvenes, encuentran una oposición radical de los antiguos dirigentes nacionalistas transformados en leaders autoritarios y de una nueva “burguesía nacional” que busca el apoyo de fuerzas religiosas. La transformación, en general precoz, de los libertadores en tiranos y dictadores, se explica por la definición básicamente negativa de sus luchas. En muchos países del mundo, el objetivo principal y prioritario no es el desarrollo económico o la redistribución interna de los recursos, sino la lucha armada contra el colonizador europeo o norteamericano, a menudo en nombre de la defensa de tradiciones culturales sagradas. Abundan los ejemplos. Mientras al final del siglo xix la burguesía u oligarquía egipcia, bajo el control de Gran Bretaña, hizo grandes esfuerzos para transformar su país, el éxito la opinión pública se moviliza, con razón y cada vez más activamente, contra la discriminación y las violencias a las cuales son expuestas las mujeres en muchos países y que quedan, en general, impunes.

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