Rúbricas 7

Diego Rivera, Liliana Domínguez Pérez

Directorio Universidad Iberoamericana Puebla Rector Fernando Fernández Font, sj Director General Académico Gonzalo Inguanzo Arteaga Director General del Medio Universitario Noé Agustín Castillo Alarcón Director General de Desarrollo Institucional Xavier Recio Oviedo Director General de Administración y Finanzas Jesús Bernardo Rosas Pozos Directorio Rúbricas Consejo editorial de la universidad iberoamericana Puebla Jorge Arturo Abascal Andrade, Alfonso Álvarez Grayeb, Diana Margarita Arévalo Herrera, Rocío Barragán de la Parra, Jorge Eduardo Basaldúa Silva, Francisco Cantú Hernández, Marcos Ricardo Escárcega Méndez, Rafael G. Hernández García Cano, María Soledad Martínez Kasten, Gonzalo Inguanzo Arteaga, José Sánchez Carbó. Consejo editorial de Rúbricas Gonzalo Inguanzo Arteaga, Alfonso Álvarez Grayeb, Jorge Arturo Abascal Andrade Director Alfonso Álvarez Grayeb Coordinador temático de este número Óscar D. Soto Badillo Edición y corrección Marcos Ricardo Escárcega Méndez, coordinador, Susana Plouganou Boiza Diseño de retícula y diagramación Ana Cepeda - Pedro Bouret Diseño de portada Pedro Bouret Revista de la Universidad Iberoamericana Puebla Número 7, Primavera - verano 2014 Rúbricas número 7, primavera - verano de 2014, es una publicación semestal editada por la Comunidad Universitaria del Golfo Centro, A.C, con domicilio en Blvd. del Niño Poblano 2901, Colonia Reserva Territorial Atlixcáyotl, San Andrés Cholula, CP 72810, Puebla, Tel. (222)372.30.00. Editor responsable: Marcos Ricardo Escárcega Méndez. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo número 04-2011-021410194000-102, expedido por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, ISSN en trámite. Licitud de título y contenido número 15290 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Gráfica Premier, SA de CV, Prol. 16 de Septiembre número 151, Col. Tablas de San Lorenzo, C.P. 16090, Xochimilco, DF. Este número se terminó de imprimir en el mes de mayo de 2014, con un tiraje de 1 000 ejemplares.

Rúbricas pretende generar diálogo, discusión entre quienes conformamos la comunidad universitaria, por un lado, y con aquellos que nos miran con interés o, al menos, con curiosidad, por el otro. Rúbricas pretende mostrar las ideas y alcances académicos de la comunidad universitaria, a fin de obtener una necesaria retroalimentación. La perspectiva es plural, como plurales son las comunidades universitarias, pero con la idea de generar, propiciar, circular pensamiento propio, desde nuestros propios intereses y apuestas. En Rúbricas tendrán especial cabida y particular relevancia las reflexiones que asuman la perspectiva del Sur, entendida ésta como la búsqueda de conocimientos que otorguen visibilidad y credibilidad a las prácticas cognitivas de los pueblos y de los grupos sociales victimizados, explotados y oprimidos. En Rúbricas, el lector encontrará opiniones académicas fundamentadas en la teoría y práctica docentes, y en la investigación y práctica social, sobre los temas de la vida nacional y mundial que atañen a nuestro desarrollo socioambiental, socioeducativo y sociocultural. Boulevard del Niño Poblano 2901 C.P. 72810 Sn. Andrés Cholula, Pue. Tel. (222) 372 30 00 Ext. 12107 libros@iberopuebla.edu.mx

ÍNDICE Rúbricas académicas La comunicación para el cambio social Claudia Magallanes Blanco Pensando en diseño: marcos de referencia Jorge Frascara Sección cultural A Juan Gelman Guillermo Briseño Literatura, poder y resistencia José Sánchez Carbó y Pablo Piceno Hernández 40 46 54 56 Notas y reseñas Reseña del libro Después de la crisis, de Alain Touraine Julio Labastida Martín del Campo Reseña del libro La gran revuelta indígena, de Yvon Le Bot. Marcela Ibarra Mateos 62 67 Discurso inaugural Cátedra “Alain Touraine” Fernando Fernández Font, s.j ¿Existe una historia global del siglo XXI? Alain Touraine Dos mitos religiosos detrás de los fundamentalismos para legitimar las guerras Elsa Tamez 8 12 20 28 34 56 El corazón del almendro Javier Sicilia Asaltar el cielo. #Yosoy132: empoderamiento y viralización de la insurgencia juvenil Eliel Francisco Sánchez Acevedo Literatura, poder y resistencia José Sánchez Carbó y Pablo Piceno Las imágenes que aparecen en nuestra galería, correspondientes a las páginas 1, 39, 53, 61, 65, 73 y 74, fueron tomadas del libro Memorias de pared, editado por la Universidad Iberoamericana Puebla, en 2010; en él se reúnen reproducciones de 100 carteles apologéticos sobre personajes emblemáticos realizados por alumnos de la Ibero Puebla, coordinados por Carlos Palleiro y Yara Almoina

5 PRESENTACIÓN Ante la erosión de los ejes rectores que daban sentido al mundo “social”, los referentes que actualmente avalan los programas políticos y las razones económicas, y que determinan las orientaciones personales y colectivas, se muestran no sólo insuficientes para dar cuenta de la realidad y de sus posibilidades, para explicarla y transformarla, sino francamente contraproducentes para enfrentar el gran dilema civilizatorio en el que la humanidad está inmersa. Tras la erosión del discurso del progreso como orientación civilizatoria, pareciera instalarse una renuncia de la utopía en aras de la seguridad, la ley y el orden. Se trata, según Alain Touraine, de una lógica absolutamente inesperada: una lógica que no es económica ni política, sino que es una lógica de la guerra, que funciona para favorecer los intereses de las grandes corporaciones globales y suprimir las tendencias democráticas de los pueblos, agudizando la percepción de miedo e incertidumbre. Los textos que componen este número 7 de Rúbricas, quieren abonar a la reflexión sobre el nuevo territorio de las relaciones sociales, sobre las lógicas de poder que las subyacen y sobre los complejos desafíos que nos plantea la gran transformación societal posglobal y poscapitalista del siglo xxi. Algunos de los artículos, entre los que se incluyen las aportaciones de Alain Touraine, Fernando Fernández Font, Elsa Tamez, Javier Sicilia y Julio Labastida, fueron expuestos en el Foro El poder hoy, con el que la Universidad Iberoamericana celebró el décimo aniversario de la Cátedra Alain Touraine, y en el que se dieron cita destacados académicos y activistas sociales, que compartieron sus análisis tanto sobre los procesos de dominación y sus diversas manifestaciones, como de los espacios de libertad, de constitución de contrapoderes, de afirmación de la diferencia y reconocimiento recíproco, que se multiplican, si bien desigualmente, en los más diversos rincones del planeta. Otros, entre los que se cuentan las contribuciones de Claudia Magallanes, Eliel Sánchez, Jorge Frascara, Guillermo Briseño, José Sánchez Carbó y Pablo Piceno Hernández, han sido escritos especialmente para esta publicación. Todos ellos, desde sus muy distintas perspectivas, parecen coincidir con Alain Touraine, quien, refiriéndose a la labor universitaria, ha propuesto que: “No basta con denunciar al orden, hay que demostrar que no es todopoderoso, hay que redescubrir la fuente que está debajo del cemento, la palabra que está debajo del silencio, el debate que está debajo de la ideología.” Al fin y al cabo, de eso se trata la producción de un pensamiento crítico a cuya creación y libre expresión Rúbricas quiere contribuir. óscar soto badillo Coordinador de la Cátedra Alain Touraine, Departamento de Humanidades, Universidad Iberoamericana Puebla

México. Congreso Nacional de Jóvenes Comprometidos con las Ciudades [Memoria y mani esto] Coordinadores: Víctor Hugo Hofmann y Emma Morales Universidad Iberoamericana Puebla 180 páginas ISBN: 9786077901457 Precio de venta: $175.00 Los días 20 y 21 de abril de 2012, a iniciativa del programa de maestría en Gestión y Diseño Urbano Sustentable de la Universidad Iberoamericana Puebla y Forópolis A.C., se llevó a cabo en la ciudad de Puebla el encuentro Ciudad Joven, México, Congreso Nacional de Jóvenes Comprometidos con las ciudades. Este congreso se concibió como un espacio de opinión, re exión y trabajo. Rúbricas, revista de la Universidad Iberoamericana Puebla, número 6 Economía social y solidaria en México Otoño-invierno de 2013 Precio de venta: $25.00 Es evidente que los modelos y estructuras actuales han fracasado, pues en su misma esencia yace la injusticia social que se anida en la forma neoliberal como se genera la riqueza y en el sistema de distribución que de ahí se desprende(…) Sin embargo, en medio de ese panorama oscuro, también se van vislumbrando algunas claridades. “La realidad siempre da de sí”, con tal de que sepamos –como a rmaba Ellacuría- captar sus posibilidades y actualizarlas mediante la construcción de nuevos modelos, exigiendo a la inteligencia que también ella “dé de sí”

Miradas sobre la economía social y solidaria en México Leïla Oulhaj, Francisco Javier Saucedo Pérez (coords.) Universidad Iberoamericana Puebla Fernando Fernández Font * Leila Oulhaj* Marcos de Castro Sánz* Juan Antonio Pedreño Frutos* Miguel Ángel Cabra de Luna* José Luis Monzón Campos* Armando Rendón Corona* David Fernández Dávalos *Boris Marañón-Pimentel* Dania López* Antonio Sánchez Díaz de Rivera* Juan José Rojas Herrera* Rebeca Estrada Aguilar* Enrique Gómez Delgado* J. Leónides Oliva Martínez* Rafael Martínez Ponce* Jorge Ocejo Moreno* Jesús Campos Orozco. 230 páginas ISBN: 9786077901464 Precio de venta: $160.00 El Centro Internacional de Investigación de la Economía Social y Solidaria (CIIES) presenta su primer libro, cuyo título: Miradas sobre la economía social y solidaria en México, abre una ventana en el ámbito de la economía social. Vengo del sur. Mi nombre: Juan Bañuelos Marco Antonio Campos, Juan Carlos Elijas y otros autores Universidad Iberoamericana Puebla, Universidad Autónoma de Tlaxcala 140 páginas ISBN: 9786077901433 Precio de venta: $140.00 Juan Bañuelos es fundamentalmente un poeta. Su quehacer ha sido renombrar el mundo; escribir una buena porción de cantos que acompañen al hombre en los momentos que le son necesarios; ser la voz de los olvidados, aquellos inválidos para manifestar el amor, la pobreza, el desamparo, el presente, esos que tienen en las manos las líneas imborrables del pasado. A raíz de los acontecimientos sangrientos de 1968, Juan Bañuelos es el fundador de talleres de poesía. En ellos, el chiapaneco depositó poco más que fe y disciplina: respeto, conocimiento y picardía. Al poeta muchos le deben ese impulso vital que se requiere para no desfallecer en el primer o segundo o tercer intento Río de historias Antología de cuentos ganadores. Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés 2002-2012 Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla Benemérita Universidad Autónoma de Puebla El Colegio de Puebla Universidad Iberoamericana Puebla 116 páginas ISBN: 9786077525950 Precio de venta: $120.00 El Arte, la literatura, el cuento caminan por ese des ladero espléndido que menciona Cortázar, el de las excepciones a las leyes. El cuento es la réplica contestataria o no de un tiempo y de un espacio determinados, el intento permanente de recrear con exactitud, con arte, con minuciosidad y con poesía los misterios y las cotidianidades de la vida.

8 Primavera - Verano 2014 Fernando Fernández Font, s.j. Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla Difícilmente se pudo haber encontrado mayor coincidencia entre la temática que da motivo a este foro y la situación que no sólo vive nuestro país sino el mundo entero. Hoy nos permitimos poner sobre esta mesa de discusión uno de los temas más importantes y trascendentales –el del poder– que más está acaparando mundialmente la atención. Una realidad que ha puesto en jaque, que ha amenazado más de alguna vez la vida entera del planeta y que lo sigue haciendo. Los cañones en el Mediterráneo que hoy han apuntado a Siria –y mañana no sabemos– nos hablan del “poderío” de una nación que, sin otro derecho que el del poder que tiene y ostenta, se ha convertido en árbitro ilegítimo del resto de los países del mundo. Estados Unidos tiene poder; como también lo tiene Rusia o el mundo árabe que igualmente fue capaz de destruir las Torres Gemelas sin que los grandes sistemas de espionaje del País del Norte lo hubieran podido advertir. El P. General de los jesuitas, Adolfo Nicolás,1 a propósito de una entrevista que le realizaron respecto a las declaraciones de paz que externó el Papa Francisco, comentó lo siguiente: Todo abuso de poder ha de ser condenado y rechazado. Y, con todo respeto por el pueblo Norteamericano, creo que este concreto uso de poder que se está preparando constituye en sí mismo un abuso de poder. Estados Unidos tiene que dejar de actuar y reaccionar como el chico Grande en el barrio del mundo… Lo que más me preocupa es que precisamente este país está al borde de cometer un gran error. Y podría decir algo parecido sobre Francia: un país que ha sido un verdadero líder en espíritu e inteligencia, que ha contribuido en gran manera a la Civilización de la Cultura, pero que está ahora tentada a conducir a la Humanidad hacia atrás, a la barbarie, en abierta contradicción con todo lo que ha simbolizado a lo largo de muchas generaciones. Que estos dos países se unan ahora para una medida tan horrenda es parte de la ira de tantos países en el mundo. No tenemos miedo al ataque; nos aterra la barbarie a la que somos conducidos. 1 Roma, 4 de septiembre del 2013. Este texto fue leído en la inauguración del Foro “El poder hoy” que, en el marco de la Cátedra “Alain Touraine”, tuvo lugar los días 9, 10 y 11 de octubre de 2013, en la Universidad Iberoamericana Puebla. Por la importancia de los temas tratados y de las reflexiones que se derivaron, este número de Rúbricas publica algunas de las conferencias dictadas en dicho foro.

Fotografía: Jayel Aheram 9

10 Primavera - Verano 2014 En el mundo entero hay grandes sistemas de poder que igualmente se manifiestan no sólo a través de armamentos sino de manipuladoras propuestas ideológicas, de decisiones unilaterales, de capitales económicos, de alianzas estratégicas que sólo buscan sus propios intereses… Poderes que se concentran en unos cuantos países que permiten, a quienes los poseen, convertirse en los dueños del planeta, como bien sabemos, más allá de las instancias que los pueblos han creado con la esperanza de lograr un orden mundial más justo, como la Organización de las Naciones Unidas. La mentalidad tecnoglobalizante del sistema neoliberal que impera y los muchos poderes que confluyen en nuestro mundo de conflictos generalizados han ido generando caldos de cultivo propicios para los regímenes represores y totalitarios basados en una visión reduccionista y unilateral del sistema económico, como eje central de sus decisiones, dejando a los Estados ejercer todo el poder sin divisiones ni restricciones. En palabras del propio Alain Touraine, “en este mundo totalmente instrumentalizado y en gran parte autoritario, en donde la fuerza de la globalización y la hegemonía parecen dominarlo todo, ¿cuál puede ser el principio de universalismo, que no sea sólo la expresión de una racionalidad instrumental, sino un principio de moral universal que guíe la conducta humana?”2 El “mal común”, así llamado por Ignacio Ellacuría, representa este absurdo que hoy vivimos. Es “un mal histórico, radicado en un determinado sistema de posibilidades de la realidad a través del cual actualiza su poder para configurar maléficamente la vida de los individuos y grupos humanos. Se trata de una negatividad encarnada y generada en y por las estructuras sociales, que niega o bloquea la personalización y humanización de la mayoría”.3 Curiosamente, como más de alguna vez lo señaló el Padre Pedro Arrupe, “el hombre tiene la oportunidad de dar respuesta a los graves problemas de la humanidad, pero no quiere”. Esta afirmación, sin duda, nos mete de lleno en el corazón del problema que orienta nuestros debates: ¿Qué relación existe entre el ser humano y el poder? ¿Quién domina a quién? ¿Qué se requiere para que el poder sirva al hombre y no para que unos cuantos se sirvan del poder? ¿Cuál podría ser el nuevo orden mundial que asegure la sana convivencia entre los pueblos? Se trata de verdaderos dilemas, en última instancia, éticos, pero que necesitan justamente una iluminación desde la sociología, la política, la economía, la filosofía, la teología. El poder no es ni bueno ni malo; es una cualidad de la realidad y, por ende, del ser humano, cuya máxima expresión es la del amor, como el poder para entregar su vida al otro, incluso hasta la muerte, como señala el Evangelio. 2 Conferencia de inauguración del año académico 2009, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. 3 Ellacuría, Ignacio, “Justicia, política y derechos humanos” en Estudios Centroamericanos, marzo, 2013. Pero la pregunta sigue presente: ¿por qué el hombre no quiere solucionar los grandes problemas que él mismo ha creado, como la hambruna, el crimen organizado, los abusos dictatoriales, las discriminaciones raciales, las agresiones de género, el tráfico de personas? ¿Es cuestión de poder o de querer? ¿Es cuestión de “sujetos” o de “estructuras”? ¿Se trata de construcción de modelos económicos sobre la base del beneficio de unos cuantos, como nuestro actual sistema neoliberal, o de cuestiones que dependen de la libertad de las personas? ¿Nos tendremos que resignar a una pasividad mortecina? El reto vuelve a ser “encontrar la palabra verdadera” –como afirman los zapatistas– que pueda orientar el rumbo del planeta. Es necesario formular los dilemas civilizatorios que puedan generar esperanza en una humanidad que cada día está más carente de ella, ¿de algún lugar del baúl de los recuerdos, podremos sacar restos de utopía que revivan los ánimos de este mundo cada día más convulso? Esta es una de las grandes tareas de este foro: comprender el nuevo territorio de las relaciones sociales, identificar tanto los procesos de dominación como los nuevos espacios de libertad que parecen avizorarse en el horizonte. El poder, además, está íntimamente ligado con la libertad. ¿Se puede decir que México es un país libre cuando el 80% de sus decisiones más importantes tienen que ser sometidas a los intereses del G-8? ¿Se puede decir que somos libres como mexicanos cuando la corrupción, los poderes fácticos, los consorcios de los medios de comunicación, desde la llamada teledemocracia nos dicen por quién votar –como en las elecciones pasadas– o a quién condenar –como es el caso de las protestas de los maestros–? ¿Puede ser libre un país en el que más del 50% de su población es pobre? ¿Puede hablarse de libertad cuando el 43% de los mexicanos de 15 años o más no cuenta con una educación básica completa? ¿Qué es realmente el poder? La realidad es poderosa, como afirma Zubiri; más que las personas. Ella muestra la finitud del ser humano; sus límites. El hombre no lo puede todo; el hombre es gigante poderoso, pero sólo si está montado sobre los hombros de la realidad. El problema es cuando pierde la cabeza y se cree que Él es el dueño del poder; cuando se engolosina con lo que “puede” y se deja arrastrar por la hybris o el mareo del poder, como lo señalaron los griegos; cuando decide usar su capacidad, su dynamis, para sus propios intereses. El ser humano no puede usar a discreción el poder, como si fuera su soberano absoluto, pues sin duda, tarde o temprano, se le revertirá. Lo vemos con la grave crisis ecológica en la que estamos inmersos. Nos fuimos de bruces… Ya lo ha dicho también el Papa Francisco al afirmar que “la crisis actual no es sólo económica y financiera, sino que tiene sus raíces en una crisis ética y antropológica. Seguir a los ídolos del poder, del provecho, del dinero, por encima del valor de la persona humana, se ha vuelto una norma

11 básica de funcionamiento y el criterio decisivo de la organización. Se ha olvidado y se sigue olvidando que por encima de la lógica de los negocios y de los parámetros del mercado, está el ser humano; y que hay algo que es debido al hombre en cuanto hombre, en virtud de su dignidad profunda: ofrecerle la posibilidad de vivir con dignidad y de participar activamente en el bien común”.4 En realidad, el poder es un arma de dos filos: con él, podemos destruir o podemos amar; podemos acaparar o podemos entregar. Sin poder nada podemos; pero sin uso ordenado y justo del mismo, nos acercamos peligrosamente al abuso, al dominio y, quizá, a la autodestrucción. ¿Es posible acotarlo? ¿Quién, quiénes? Nos enorgullece y nos hace sentirnos privilegiados tener este acto académico de tal envergadura en nuestra Universidad. Es un ejemplo más de nuestra coherencia con los principios y valores que nos fundan; de nuestro compromiso por develar la verdad y por comprometernos con ella; por buscar nuevas formas conceptuales para expresar la realidad actual del poder en nuestras sociedades. Nuestra Universidad ha optado por ser del Sur y para el Sur: esta es su opción epistemológica y su decisión política. Y esta Cátedra 4 Roma, 25 de mayo de 2013, Encuentro internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontífice. da muestra de ello. Que todo este esfuerzo sea capaz de reforzar el lema que caracteriza a nuestra Casa de Estudios: que la búsqueda de la verdad nos conduzca a colaborar en la creación de mejores condiciones para la auténtica libertad y autonomía de los pueblos. Gracias a todos y cada uno que de los que han hecho posible esta discusión de tan alto nivel, que hoy comienza en el marco de los 30 años de nuestra Universidad y de los 10 años de esta Cátedra. Gracias a todos los que han tenido que viajar y han venido para encontrar un poco de luz en medio de las oscuridades ideológicas y manipuladoras de nuestro ya entrado siglo xxi. Deseo que este espacio de diálogo libre aporte un poco más de inteligencia a este tema fundamental y refuerce el deseo de tantos hombres y mujeres que se empeñan en la construcción de una sociedad más al modo de lo que hombres y mujeres nos merecemos. Después de todo y citando de nueva cuenta a Ignacio Ellacuría, “la realidad no es sólo lo que existe, sino también sus múltiples posibilidades”. Que podamos pues, imaginar y recrear la esperanza en nuestras sociedades a partir de la misma realidad. ¡Bienvenidos y bienvenidas! 9 de octubre de 2013 “La realidad no es sólo lo que existe, sino también sus múltiples posibilidades” - Ignacio Ellacuría - Fotografía: Ian Sane

Alain Touraine Sociólogo. Doctor Honoris Causa, Universidad Iberoamericana, Puebla Fotografía: Free Grunge Textures 12 Primavera - Verano 2014

I. Introducción El tema de la globalización es central y presente en todos los aspectos de la vida en cualquier parte del mundo. Incluso países como China y Rusia son miembros de la Organización Mundial del Comercio, es decir, forman parte de mecanismos de globalización de los mercados. Millones de individuos, incluso aquellos que viven en países pobres o poco urbanizados y no solamente en grandes ciudades, participan en los wordwide social networks y, como cualquier joven mexicano, el nuevo Papa argentino emite tweets. Las mismas tecnologías y los mismos tipos de especulación o de narcotráfico, se utilizan en todas partes del mundo. 13

14 Primavera - Verano 2014 Esta observación es muy clásica y banal y puede ser interpretada de maneras contradictorias. Muchos creen que participamos de manera cada vez más amplia en un mundo integrado. Un número más reducido de personas piensan que la globalización, que ha empezado con tecnologías, mercados y sistemas de comunicación, llegará rápidamente a los programas de educación, a los gustos musicales a través del universo casi sin límites de Internet. Es posible, en efecto, pensar que todos los continentes participan en el crecimiento económico y en lo que durante mi juventud se llamaba “desarrollo”. Pero no puedo estar satisfecho con estas observaciones, pues estoy convencido que entramos en un universo nuevo, aunque poco o nada sepamos de las orientaciones culturales, de los conflictos sociales y de las instituciones políticas de este mundo nuevo y que, en particular, no veamos semejanzas crecientes entre Estados Unidos y China o Irán y Egipto, entre Israel y Palestina o Brasil y Argentina. Tampoco estoy seguro que el Reino Unido y Francia, o Polonia y Hungría, se asemejen. Es más fácil aceptar la idea que países con tecnologías y sistemas de comunicación comunes mantendrán sistemas políticos y creencias religiosas opuestos y tan contradictorios como fueron la Alemania de Hitler y la Inglaterra de Churchill, o como actualmente son China e India. De tal manera que siento la necesidad de definir, desde el comienzo, mis hipótesis. Creo en la unidad de la historia del mundo actual y futuro. Creo que el enfrentamiento entre los defensores de las libertades y sus enemigos, así como las condiciones de la victoria de las libertades y del bienestar son los mismos, y lo seguirán siendo aún más, en todas partes del mundo. A tal punto que alguien más joven y osado que yo, podría escribir hoy, a grandes rasgos, la historia del siglo xxi. Les pido que me permitan tomar este riesgo inmenso, que no estoy seguro poder resolver y que hagamos juntos el esfuerzo intelectual que requiere tal aventura, no más arriesgada en realidad que la exploración de Marte o de la Luna. II. La hegemonía occidental Mi atajo para superar tantas dificultades es utilizar un método o, por lo menos, un lenguaje histórico. Porque en realidad no se trata de imaginar una sociedad posindustrial, sino de partir de la caída, del agotamiento y de la destrucción del modelo histórico dominante, no de la sociedad industrial o del capitalismo en general, sino, de una manera más precisa, de la sociedad occidental, capitalista, heredera a la vez de la Ilustración y de las conquistas coloniales. Una sociedad con una extrema concentración de recursos en manos de una élite dirigente reducida, masculina y nacional; sociedad que impone a todos una fuerte dominación tanto social como colonial y que está atravesada a su vez por principios sagrados religiosos, nacionales o patrióticos, heredados de un pasado lejano todavía influenciado por luchas sangrientas contra el poder religioso, los privilegios de la aristocracia y los rentistas. Este sistema de producción, de conquista y de dominación fundamentalmente inglés, más que francés o alemán, ha dominado el mundo entero a partir de la victoria de los holandeses, y luego de los ingleses contra los españoles, hasta la victoria de los norteamericanos contra los ingleses entre las dos guerras mundiales. El orgullo utópico del Occidente hegemónico identifica sus propios caminos de modernización con la misma Modernidad. Para la ideología dominante no había otro camino posible hacia ésta, lo cual es un error fundamental y peligroso. La Modernidad se define antes que nada por la importancia central que le otorga al universalismo, no solamente de la razón y de los derechos fundamentales, sino también de las religiones o de las filosofías que abarcan la totalidad de la especie humana. La Modernidad no puede identificarse con las modernizaciones, los procesos o las vías que conducen hacia ella. Los procesos de modernización están en gran parte determinados por la historia y por la cultura. Lo nuevo no se fabrica únicamente con elementos nuevos, sino también con lo antiguo, con idiomas, con recursos, con herencias recibidas de un pasado muchas veces lejano. El futuro se construye también con relatos interpretativos de la historia. Cualquier sociólogo rechaza rotundamente la ilusión de las naciones que tratan de imponer la idea de que su modernización es por sí misma la única posible, es decir, que es la Modernidad misma. Los occidentales, y en primer lugar los ingleses, que han construido el imperio moderno más grande, han tratado de imponer al mundo la voluntad de identificar su civilización con la Modernidad. Esta pretensión del Occidente todopoderoso de identificarse con Dios, la paz, el progreso o con la felicidad de todos parece extraña, porque entra en contradicción con su propia experiencia histórica. Los países modernos, racionalistas y tolerantes, han sido también conquistadores, colonizadores y esclavizadores. A tal punto que la historia del Occidente moderno, dominada por una fuerte secularización, lo ha sido también por la transformación constante de métodos no solamente de dominación sino de exclusión, como lo ha mostrado, entre otros, Michel Foucault. En los países donde la Iglesia católica ha estado estrechamente vinculada con el poder central, los principios de libertad y de igualdad han sido limitados o negados más sistemáticamente que en los países protestantes. El poder de la sociedad y de sus ideologías morales respecto a las minorías culturales puede ilustrarse con las expulsiones de los judíos, la destrucción de los protestantes por el Estado católico en Francia y también con la negación de la ciudadanía británica a los católicos en Gran Bretaña, incluso después de la Revolución Francesa. El mundo que ha inventado las libertades fundamentales es también responsable de la trata de negros y de la deportación de los africanos hacia las plantaciones de Brasil o de Virginia. No estoy diciendo que los caminos europeos de la modernización hayan sido más violentos o dominantes que

15 los demás, pero afirmo con fuerza que el modo de modernización de Occidente de ninguna manera puede ser identificado con la Modernidad, cuyo principio central es un universalismo que los europeos, a pesar de la brutalidad de su hegemonía, han elaborado y defendido en Atenas, en el Cristianismo, en la Ilustración y en los movimientos sociales de la sociedad industrial. Ya pasado el siglo xx, esta utopía, esta pretensión europea o norteamericana de identificarse con la Modernidad, resulta insoportable y es rechazada por los mismos occidentales cuando son respetuosos de los datos históricos más sólidos. Pero conviene rechazar con la misma fuerza el error opuesto que se presenta como un multiculturalismo radical, como un constructivismo cultural extremo. Los intelectuales anticolonialistas no pueden limitar el universalismo occidental a la defensa ideológica del imperialismo. En realidad los mismos dirigentes antiimperialistas y anticoloniales se han apoyado constantemente en el universalismo de la ciencia y de los derechos humanos para rechazar la dominación política y cultural de los colonizadores. La Modernidad y las modernizaciones, que no pueden ser confundidas, no pueden tampoco ser separadas una de las otras. La situación más destructiva es la de un totalitarismo antioccidental que imponga sus especificidades, sus identidades, intereses y su cultura, contra la Modernidad en su conjunto. Nuestro mundo conoce muchos ejemplos de este tipo de totalitarismo cultural o nacional, es decir, de la pretensión de un Big brother de imponer como valor universal su ideología, su sistema de organización, de decisión y sus propias tecnologías, a pesar de las demostraciones opuestas de científicos y de historiadores. ¿Quién puede defender seriamente hoy la biología de Lyssenko? III. La doble ruina de la modernización occidental La definición más completa que podemos dar del siglo xx es que es la centuria que ha rechazado y destruido el modelo occidental de modernización, especialmente europeo, y a veces el mismo concepto de modernidad, dejando en manos de grupos antimodernos y posmodernos, un mundo humano herido o abandonado a la violencia por pensadores y políticos autolimitados a la destrucción de la dominación occidental. Vivimos rodeados de críticas radicales, en particular nacionalistas y religiosas, del universalismo occidental. Al contrario, considero indispensable que encontremos un camino para reconstruir a la vez y de manera interdependiente, el universalismo de la razón y de los derechos y la pluralidad de las culturas y de las historias, es decir, de los procesos de modernización, lo que es más difícil, para destruir todas las formas de totalitarismo o de comunitarismo que son los peligros más extremos que debemos eliminar para evitar el triunfo total y mortal de la violencia. La caída del capitalismo industrial europeo y, en parte también, norteamericano, a pesar de tener orígenes lejanos, ha sido más rápida luego de la derrota de Churchill frente al proyecto común de Stalin y de Roosevelt de dividir el mundo entre las dos grandes potencias: Europa fue dividida en dos grandes zonas de influencia opuestas y casi todos los países de la zona soviética fueron destruidos, empobrecidos y humillados. En el mundo occidental, la clase dirigente fue atacada por el movimiento obrero a partir de la segunda mitad del siglo xix, y las mujeres, empezando en Inglaterra, destruyeron la hegemonía masculina, pero el modelo comunista, que dominó el sindicalismo y los intelectuales en muchos países, no solamente en Europa, ha subordinado las protestas obreras a los intereses del imperio soviético y, por consecuencia, ha destruido el movimiento obrero. El escenario político europeo, que durante tanto tiempo se había mantenido muy activo, poco a poco ha perdido sus actores, primero los comunistas y los conservadores imperialistas, después los socialdemócratas y los liberales que no pueden mantener su autonomía frente a un capitalismo financiero globalizado dominado por los Hedge Funds de Londres y Nueva York. En el teatro político europeo el público está presente, pero los grandes actores tradicionales no han sido reemplazados, el escenario está vacío u ocupado por los llamados “enanos de Bruselas”, con la única excepción evidente de Jacques Delors. El tercer elemento fundamental de la caída del sistema hegemónico, los movimientos de liberación nacional, de descolonización, revolucionarios, nacionalistas o jihadistas, después de haber destruido los imperios coloniales, a veces de manera controlada y no muy violenta, como en el caso de varios grandes territorios británicos, han creado en otros casos, cuando la descolonización se realizó a través de violencia (como en Francia, donde el colonialismo había sido apoyado tanto por la izquierda como por la derecha), dictaduras nacionalistas. Al final del siglo xx la hegemonía occidental que había dominado gran parte del mundo quedó totalmente destruida, y la creación exitosa, después de la Segunda Guerra, de modelos políticos de tipo social demócrata o de una economía social de mercado, no ha tenido la capacidad de resistir el triunfo mundial del capitalismo financiero especulativo a partir de los años setenta. Este breve resumen histórico es suficiente para definir los dos problemas mayores del periodo que se abre con la caída de esta hegemonía occidental. El primer problema es tan evidente que ha conquistado fácilmente el pensamiento sociológico. La utopía europea que identificaba a la Modernidad con el modelo europeo de modernización, fue ampliamente rechazada. La imagen de la “vocación” del hombre blanco es tan radicalmente rechazada por todos, tanto en Europa como en el resto del mundo, que es imposible encontrar un modelo cultural nuevo que mantenga las orientaciones principales del modelo antiguo. Los norteamericanos, sencillamente no pueden sustituir a la antigua dominación inglesa.

16 Primavera - Verano 2014 Por eso es más urgente definir cómo puede ser el porvenir que quedarse en la crítica del pasado. El análisis crítico del antiguo modelo ideológico de la modernización europea debe ayudarnos a formular los problemas del futuro próximo. Pero considero que sería un peligro igualmente grave abandonar la idea clásica de la Modernidad definida por el universalismo de la razón y de los derechos humanos. El relativismo cultural sistemático y su expresión institucional, el multiculturalismo radical, a pesar del valor positivo que le otorga a la tolerancia, no tiene la capacidad de resistir los ataques de los comunitarismos, de los regímenes autoritarios, de los fundamentalismos fuertemente dominados por el jihadismo, no solamente en los países musulmanes. En particular, la opinión pública se moviliza, con razón y cada vez más activamente, contra la discriminación y las violencias a las cuales son expuestas las mujeres en muchos países y que quedan, en general, impunes. Mientras en los países occidentales varios movimientos feministas han perdido parte de su fuerza en un ambiente ideológico que privilegia los intereses comerciales y da cada vez menos importancia a las ideas, a los debates sociales y culturales, la dependencia y la inferiorización general de las mujeres moviliza una oposición creciente en muchos países emergentes, en primer lugar, en los oficialmente musulmanes. En los países occidentales las violencias contra las mujeres, en particular las violencias sexuales, provocan protestas que las autoridades administrativas y los jueces no pueden ignorar. La debilidad actual de los feminismos europeos no puede ser utilizada como pretexto para ignorar que la “causa de las mujeres” tiene, en el periodo actual, importancia predominante en el ámbito mundial. La situación de las minorías sexuales (lgbt) es aún más dramática en un mundo cargado de xenofobia, de racismo y de rechazo a todas las conductas minoritarias. Entonces, me parece relativamente fácil afirmar y defender una primera conclusión general: la necesidad de combinar el universalismo de la Modernidad con un multiculturalismo limitado: indispensable en los numerosos países que no tienen una homogeneidad cultural fuerte. Es importante saludar el éxito de los esfuerzos realizados, en particular en Bolivia y en Ecuador, para construir un modelo de repúblicas multiétnicas, como lo son muchos países andinos. De manera opuesta, la situación en los países balcánicos va empeorando a medida que aumenta la crisis económica europea y con ella la emigración de muchos gitanos o roms hacia los países occidentales. En realidad, las minorías en general se encuentran cada vez más amenazadas en muchos países. En casi todo el mundo, la oposición entre la defensa universalista de derechos y la defensa, en general agresiva, de identidades; la oposición entre la homogeneización de la población y la afirmación de la superioridad de una comunidad frente a las otras, es una fuente muy importante de conflictos. Todos nos interrogamos sobre la evolución en un futuro próximo de los movimientos neouniversalistas, es decir: democráticos, y de sus enemigos, los comunitarismos y los movimientos de defensa de una identidad. No estoy aquí defendiendo el universalismo europeo y condenando los comunitarismos, sino, lo repito, buscando métodos, procesos, a través de los cuales se pueda combinar el universalismo de los derechos con el respeto a la especificidad de las historias, de las culturas y por lo tanto, de los caminos de la modernización. Creo que el cambio político más importante en el mundo consiste en la formación de nuevos movimientos democráticos, definidos básicamente como tales. Estos movimientos, que se apoyan en gran parte en los jóvenes, encuentran una oposición radical de los antiguos dirigentes nacionalistas transformados en leaders autoritarios y de una nueva “burguesía nacional” que busca el apoyo de fuerzas religiosas. La transformación, en general precoz, de los libertadores en tiranos y dictadores, se explica por la definición básicamente negativa de sus luchas. En muchos países del mundo, el objetivo principal y prioritario no es el desarrollo económico o la redistribución interna de los recursos, sino la lucha armada contra el colonizador europeo o norteamericano, a menudo en nombre de la defensa de tradiciones culturales sagradas. Abundan los ejemplos. Mientras al final del siglo xix la burguesía u oligarquía egipcia, bajo el control de Gran Bretaña, hizo grandes esfuerzos para transformar su país, el éxito la opinión pública se moviliza, con razón y cada vez más activamente, contra la discriminación y las violencias a las cuales son expuestas las mujeres en muchos países y que quedan, en general, impunes.

17 de Nasser fue obtener el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Soviética contra la invasión israelí apoyada por Gran Bretaña y Francia en 1956. En Argelia, el líder de la lucha nacionalista, Ben Bella, fue rápidamente eliminado por el jefe del ejército de las fronteras, Boumedienne, en el origen de la dictadura militar. Recientemente, aunque antes de las primaveras árabes, Argelia fue dominada durante un decenio por una guerra civil entre el gobierno militar de Boutlefika y los islamistas jihadistas. El caso más extremo es el de Afganistán, en el cual los talibanes fundamentalistas eliminaron las tropas soviéticas que habían invadido el país antes de resistir con éxito a la intervención armada de Estados Unidos y de sus aliados. Doble conflicto militar durante el cual se mantuvo una vida económica dominada por el comercio del opio. En el Cercano Oriente el poder militar de Israel y su oposición creciente a la formación de un Estado nacional Palestino, ha radicalizado las intifadas palestinas, transformando al propio Israel, creado como refugio y base de sobrevivencia después de la Shoah, en un instrumento de dominación política impuesta a los palestinos y en un núcleo de economía avanzada en una región todavía dominada por el petróleo árabe. Un movimiento político y una acción militar que tienen como meta central la eliminación por la fuerza de un enemigo nacional o religioso, no se transforman en regímenes democráticos sino, al contrario, en dictaduras más o menos militarizadas. Hasta los regímenes Baassistas que habían sido creados como Estados laicos, como en Irak y Siria, se volvieron islamistas, dedicando sus fuerzas a guerras contra minorías religiosas o naciones extranjeras. Esta transformación de los libertadores, armados o no, en dictaduras que orientan sus fuerzas contra enemigos exteriores, tiene como consecuencia directa una evolución antidemocrática acelerada. A pesar de la violencia represiva de muchos regímenes autoritarios, la tendencia reciente más fuerte es la protesta democrática, aunque esta exigencia de democracia no tenga todavía los instrumentos de acción que le permitan organizarse y llegar al poder. Esta protesta no solamente manifiesta de manera clara su rechazo al autoritarismo, al comunitarismo, incluso a gobiernos de tipo religioso o jihadista, sino además expresa la idea que la democracia es la precondición del progreso social y económico. Esto no significa que los regímenes autoritarios sean incapaces de alcanzarlo –el ejemplo Chino muestra lo contrario–, sino que la oposición a la política de un régimen autoritario está orientada hacia ideas y métodos democráticos, a la vez por fuerzas sociales y económicas modernizantes. Aun cuando las fuerzas de oposición no tienen la capacidad de organización y de información que permite a un grupo político gobernar un país cada vez más integrado en la vida económica internacional, la exigencia propiamente ética del universalismo de los derechos fundamentales posee una gran capacidad movilizadora. Es un hecho que en Túnez o en Egipto, los jóvenes demócratas que organizaron las inmensas demostraciones de masa de la plaza Tahrir, fueron incapaces de oponer al ejército y a los Hermanos Musulmanes, ambos con experiencia de poder, una capacidad de acción suficientemente contundente para atraer a los electores. Pero eso no significa que sus derrotas les impidan, en un futuro próximo, intentar transformar la oposición política en un programa y en una capacidad programática capaz de dar reales oportunidades a una política democrática. Esta conclusión me parece más válida en el caso de países emergentes que en los países occidentales, los cuales ya han tenido una larga experiencia histórica democrática. Los observadores europeos han quedado impresionados por el éxito imprevisto del panfleto –de alrededor de veinte páginas–, escrito por Stéphane Hessel, ex diplomático francés que en su juventud había sido combatiente voluntario en los Free French en Londres y deportado al campo de Buchenwald durante la ocupación nazi. Varios millones de ejemplares fueron editados y su título “Indignez-vous!” (Indígnese!) se transformó en el nombre de un movimiento social español, “Los indignados”, que organizó demostraciones de masa en las grandes ciudades españolas y no solamente en la Puerta del Sol en Madrid. La misma observación vale para el movimiento norteamericano Occupy Wall Street, presente en decenas de ciudades, incluso en Londres. En muchos países se formaron movimientos de opinión, sin organización vertical, apoyados en el contacto de persona a persona, en general a través de las redes sociales como Facebook o Twitter. Las victorias de los Hermanos Musulmanes y luego del ejército, en Egipto, no significan el fin de los movimientos democráticos de base que mantienen una gran influencia en la juventud educada y entre los intelectuales. Pero nos recuerda que el camino que va del rechazo del comunitarismo autoritario hacia la creación de instituciones democráticas, es largo y complejo. Esto se ha visto de manera aún más dramática en Tiananmen, en Pekín en 1989, cuando el gobierno comunista chino reprimió brutalmente el movimiento y fortaleció el control del partido-Estado sobre todos los aspectos de la vida social. La Primavera árabe no es un proceso continuo y siempre exitoso de formación de partidos democráticos; es la afirmación de la necesaria subordinación de la acción política, y en particular de la violencia política y militar, al respeto de los principios éticos, de las ideas de libertad, de igualdad, de la dignidad de los seres humanos y, de manera más activa, de la movilización de las conciencias y de la voluntad de lucha contra las fuerzas políticas que niegan estos principios universalistas y buscan imponer su poder, aun cuando no tienen base política fuerte. Esos movimientos y los movimientos revolucionarios tienen en común: la voluntad de ruptura con el poder político anterior; pero su orientación es básicamente contraria a los actos revolucionarios que suceden en momentos de crisis y que dan prioridad a la conquista del poder estatal

18 Primavera - Verano 2014 por la fuerza. En la Primavera árabe se trataba más bien de crear conciencia, de proclamar principios, de afirmar derechos humanos que deben ser respetados por todos los tipos de poder político. El caso clásico de la Revolución Francesa muestra de manera muy clara –y contra la ideología de los republicanos de la Tercera República–, la oposición entre la Asamblea Constituyente de 1789 que proclamó la soberanía popular, los derechos humanos y suprimió los privilegios de la nobleza y del clero, y el periodo del Terror que empezó con la guerra de los países europeos contra Francia, la movilización popular y las guerras civiles contra los enemigos de la Revolución acusados de traicionar la nueva República. Muchas víctimas del Terror habían sido partidarios y defensores activos de los principios democráticos proclamados en 1789. La consecuencia principal de esta observación es que el nuevo desarrollo de la democracia depende, de manera más concreta y eficiente, de la capacidad de lucha de las fuerzas éticas contra las dictaduras de los ex libertadores, que del descontento de los jóvenes europeos o norteamericanos que sufren de desempleo y, aun más, de subempleo. IV. El papel de las democracias occidentales Pensar que los actores occidentales ya no juegan un papel importante en el proceso de democratización sería un error grave. En primer lugar, porque algunas naciones occidentales han acumulado una larga experiencia política e intelectual de los problemas de la democratización y también de la desdemocratización. La libertad de la cual gozan muchos intelectuales occidentales desde hace varios siglos les ha permitido desarrollar ideas y controversias que enriquecen el pensamiento político y que son muy útiles para los demócratas del mundo entero. Los defensores de la democracia, violentamente atacados y reprimidos en su acción y pensamiento en varios países, pueden apoyarse en la solidaridad de los intelectuales que gozan de un alto nivel de libertad. En realidad, el papel de esos intelectuales occidentales es aún más importante que el hecho de haber sido los primeros en construir la democracia. Es indispensable reconocer que es a través del pensamiento europeo, desde los griegos hasta los autores más recientes, pasando por el Cristianismo, los escritores y filósofos de la Ilustración –Voltaire, Rousseau, Kant, Goethe–, que se ha desarrollado un pensamiento humanístico de tipo ético que ha orientado profundamente las democracias inglesa y francesa en formación. Mientras sigo criticando con fuerza la ilusión europea de identificar su propio modelo de modernización con la Modernidad misma, quiero dejar claro el papel excepcional del pensamiento y de la política occidental –tomando esta región en un sentido amplio– en la introducción del universalismo dentro de la vida política y social a través del culto de la razón y del respeto de los derechos y de la dignidad humana. Por esto mantengo mi oposición firme al relativismo cultural radical que elimina cualquier tipo de universalismo del pensamiento moral y político. No se trata, repito, de extender la experiencia occidental de pensamiento y de acción democráticos al mundo entero, se trata de manera profundamente diferente e incluso opuesta, de combinar elementos del universalismo, los cuales no todos pertenecen a Occidente, pero fueron desarrollados, en gran parte, por el pensamiento y la acción política occidentales, con historias y especificidades culturales que son múltiples, tanto fuera como dentro de Europa. En realidad, no nos encontramos aquí con grandes dificultades, por la razón que los caminos de modernización, dentro de Europa, han sido muy diferentes uno del otro. Inglaterra ha privilegiado a empresarios y banqueros, considerándolos agentes centrales del desarrollo industrial, mientras que Francia ha dado el papel más importante al Estado, desde el colbertismo, en el siglo xvii, hasta su sistema reciente de planificación y a veces de nacionalización de grandes empresas públicas. Las diferencias han sido notorias también entre un país católico como Francia y un país protestante como Gran Bretaña y también sería un error pensar que la modernización temprana de Europa estuvo vinculada a la existencia de un sistema de Estados nacionales. La integración política de China es opuesta al pluralismo político de India, pero de la misma manera España, quien fuera un imperio multiétnico y multilingüístico, fue y es muy diferente de Francia, Estado nacional integrado, y quién puede olvidar que Italia y Alemania se construyeron como Estados nacionales solamente en la segunda mitad del siglo xix. Otro ejemplo del carácter minoritario de los Estados nacionales es el de Estados Unidos, que no alcanzó su unidad social antes de la guerra civil y de la derrota del sur. En todos los terrenos, la identificación de Occidente con la Modernidad fue rechazada desde hace muchos decenios, e historiadores ponen en tela de juicio la tesis sobre la supremacía económica de Europa sobre parte de China en el siglo xviii. En el periodo más reciente es imposible no incorporar a Japón, Corea del Sur, Singapur y gran parte de China entre las regiones más avanzadas en el desarrollo de la economía numérica. De la misma manera, varios países latinoamericanos son miembros de la ocde y muchas obras culturales creadas en el continente forman parte del patrimonio mundial, mientras los intercambios económicos entre dichos países y el mundo asiático han progresado de manera rápida. La antigua oposición entre los tres mundos: el mundo occidental capitalista, el mundo comunista y el tercer mundo, no solamente ya no corresponde a la realidad del mundo contemporáneo, sino que la fórmula ha quedado obsoleta.

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