Rúbricas 7

19 Conclusión Una conclusión se impone: es posible y debe hablarse de todos los países –con pocas excepciones que no tienen realmente importancia–, con las mismas categorías, no solamente cuantitativas sino también culturales, políticas o científicas. Una vez eliminada la antigua dicotomía entre modernos y tradicionales, que crea falsos problemas más que buenas respuestas, conviene ir mucho más lejos y de manera decidida, para afirmar y definir la unidad del sistema mundial. Unidad que no significa que todos los países o todas las categorías sociales vivan o piensen de la misma manera –lo que sería absurdo–, sino que todas las partes y categorías de la población humana tienen que ser definidas por los procesos y el nivel de combinación del universalismo de la razón científica y de los derechos humanos universales por un lado, con la diversidad de las culturas y, de manera más general, de las historias, por el otro. Actitud intelectual que nos obliga a separar los procesos históricos que pertenecen a una historia global, de los procesos que rechazan este marco de referencia y que corresponden a una representación puramente identitaria de los actores sociales o puramente económica y cuantitativa de los sistemas sociales. Tanto en la vida del mundo como en el tráfico urbano hay que separar autopistas y callejones sin salida. No me parece posible incorporar en una historia global, ni la economía ilegal de los narcotraficantes, ni el terrorismo político o religioso que programa como meta principal la destrucción completa o la reducción a la esclavitud de una nación internacionalmente reconocida y con recursos importantes. Existen muchas conductas que no pertenecen a la historia global, sino solamente al estudio de las coyunturas económicas o de las guerras regionales, locales o internacionales. El papel de mayor importancia que deben asumir las ciencias sociales en la actualidad es: ampliar y diversificar lo más posible las redes de comunicación, el conocimiento de los actores y la ampliación de los intercambios económicos y políticos. Porque la gran mayoría de ellos forma un sistema mundial que tiene una fuerte capacidad de autocontrol y de autotransformación que corresponde a nuestra conciencia de que el presente y el futuro de una nación o de una categoría social hoy dependen más del futuro del sistema mundial que del pasado de esta nación o categoría social. Para cada uno de nosotros debe ser prioridad: comprender y transformar nuestra vida individual en acuerdo con los procesos de transformación y apoyo a la combinación del universalismo y de la diversidad y el rechazo tanto de una lógica puramente financiera como de una lógica comunitarista o de superioridad de una identidad cultural sobre las demás.

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