Rúbricas 7

36 Primavera - Verano 2014 Dice el filósofo esloveno Slavoj Žižek, que la verdadera lucha política es la lucha paralela por conseguir hacer oír la propia voz y que ésta sea reconocida como la voz de un interlocutor legítimo; que la verdadera apuesta no está en las reivindicaciones explícitas, sino en el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusión. Las reivindicaciones específicas de #YoSoy132 eran claras: democratización de medios, elecciones libres, voto informado. Pero más allá de eso, #YoSoy132 se empodera en el momento en que se reconoce como representante de la sociedad y por tanto como interlocutor legítimo, capaz de ser escuchado por el orden establecido, esto es, el gobierno y los partidos políticos. El punto neurálgico de ese empoderamiento, de ese “hacer escuchar la propia voz” es el debate del 19 de junio de 2012 organizado por el propio movimiento y en el que, al asistir tres de los cuatro candidatos, se le reconoce como interlocutor. Es el primer debate ciudadano organizado en la historia política de México. Por tanto, #YoSoy132 no fue sólo un movimiento verdaderamente político y democrático (para Žižek política y democracia, durante la politización de los movimientos, son sinónimos), también fue un movimiento de lucha verdaderamente política. El autoreconocimiento como portavoz y su emergencia ante los discursos de la parte singular y ordenada (candidatos y partidos) hicieron al movimiento democrático y político, y lo empoderaron, y su reconocimiento como interlocutor legítimo hizo que sus acciones y actos fueran verdaderamente políticos. Otro elemento que contribuyó a la politización real y, por tanto, al empoderamiento de #YoSoy132 fue el ataque frontal, por todos los medios, del poder. Los medios excluyeron primero al movimiento y luego lo atacaron, descalificaron y difamaron, también lo hicieron con sus integrantes en casos particulares, transformándolos ante la opinión pública en los excluidos, los acarreados, los pagados por el candidato Andrés Manuel López Obrador, los estudiantes flojos, etc. Pero aun así, mientras la opinión pública cedía y comenzaba a atacar también a #YoSoy132, el movimiento asumió la representación del Pueblo, de todos, en el “luchar por quienes no luchan”, “Si nosotros no ardemos, ¿quién iluminará esta oscuridad?” Se realizaba así, volviendo a Žižek, el acto de politización en su forma más pura. Así, este empoderamiento logró viralizar la insurgencia juvenil, y pronto se unieron estudiantes de universidades públicas y privadas de todo el país. La Universidad Anáhuac, el itam, la uvm, el ipn y la unam, así como las demás universidades jesuitas del interior de la República, y posteriormente profesores, académicos, otros profesionistas, y gente de las más diversas ideologías y estratos conocieron lo que era #YoSoy132; el hashtag se mantuvo por días en la red, el material audiovisual fue reproducido más de un millón de veces. En aquellos días #YoSoy132 estaba en todos lados. Sin embargo, nos vuelve a recordar Žižek, quienes ganan las luchas políticas son aquellos que ganan las luchas ideológicas, y en general son los que apuestan a la despolitización de los movimientos para que todo siga el curso que el orden y el poder dictan que debería seguir. De esta forma se inició una campaña mediática que desgastó al movimiento, creando una imagen típica y fuera de la realidad que permeó en gran parte de la población hasta el punto de que #YoSoy132 perdiera la mayoría de sus seguidores. Además, el triunfo de Enrique Peña Nieto y la estrategia de contrainsurgencia y persecución desatada por su nuevo régimen minaron la confianza y el temple de muchos. También el desgaste del movimiento se atribuye a la desorganización de sus asambleas. A pesar de lo anterior, #YoSoy132 puede considerarse un parteaguas en la insurgencia juvenil contemporánea, pues tuvo un carácter eminentemente político, precisamente porque no se reconoció como la voz de la juventud o de los estudiantes de algún grupo específico, sino como la voz de todos los mexicanos fuera de la estructura del poder. El valor de este movimiento es haber sido la vanguardia eminentemente política que logró empoderarse en tiempos en que el quehacer de la llamada pospolítica es precisamente la despolitización y la caída de las luchas ideológicas. Es pertinente hablar ahora de #YoSoy132 en pasado, como movimiento, pero es pertinente también referirse a él en presente, como referente político. No debe olvidarse su papel único en la lucha contra el silencio y contra el poder que arrebató su ser político. #YoSoy132, al igual que el movimiento de 1968 sigue y seguirá llamando desde la historia a la desobediencia civil que nos permita construir una nueva y quizás bien alcanzada libertad. la verdadera lucha política es la lucha paralela por conseguir hacer oír la propia voz y que ésta sea reconocida como la voz de un interlocutor legítimo

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