Rúbricas 7

40 Primavera - Verano 2014 En la actualidad contamos con muchos aparatos que nos mantienen en contacto con personas cercanas o distantes tanto geográfica como sentimentalmente. A través de teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras portátiles, computadoras táctiles, sistemas de navegación en automóviles, tenemos la posibilidad de estar constantemente informados de lo que otras personas hacen, dicen, reportan o comparten. Podemos estar actualizados constantemente, estar enterados de las opiniones de expertos y seguir paso a paso las banalidades de la vida cotidiana de personalidades del espectáculo, la moda o la fama. A pesar de estar hiperconectados y del exceso de datos al que tenemos acceso no estamos más informados ni hemos mejorado cualitativamente nuestras relaciones. El flujo de información, aún en los nuevos aparatos digitales, sigue siendo desigual. Hay un pequeño grupo principal de emisores, generadores de datos, encargados de la transmisión de éstos hacia un sector amplio de la población mundial. A pesar de que “cualquier” persona puede abrir una cuenta en Facebook o en Twitter, la realidad es que sigue existiendo una brecha entre quienes tienen o no acceso a la tecnología y entre quienes conocen los lenguajes con los cuales la tecnología sirve (el escrito o el idioma inglés, por ejemplo). La Internet no ha sido la herramienta mágica que se pensaba hace 20 años, como tampoco lo son ni lo serán las tabletas, los celulares, o los relojes/teléfono/tableta. La tecnología por sí misma no marca ninguna diferencia y mientras los usos de ésta sigan regidos por los intereses del mercado capitalista, buscando ganancias para unos cuantos con la falsa promesa para el cambio social, un proceso de trabajo por la transformación social Claudia Magallanes Blanco Coordinadora de la Maestría en Comunicación y Cambio Social, Universidad Iberoamericana Puebla la comunicación

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