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m o s a i c o

c e n t r a l

[ 5 ]

PARTICIPACIÓN SOCIAL:

AGENTE DE TRANSFORMACIÓN

POR MTRO. ENRIQUE ROSANO REYES

Responsable de Compromiso y Responsabilidad Social,

y Prevención y Canalización de Conductas de Riesgo de la

IBERO

Puebla

W

illiam Somerset Maugham, escritor británi-

co, decía: “En su lucha contra el individuo,

la sociedad tiene tres armas: ley, opinión

pública y conciencia”. Esta frase alude a la

importancia de la participación social como

acción erradicadora del individualismo y

promotora de societas, es decir; de compañerismo, de asocia-

ción, de unión, de fraternidad…

Poner sobre la mesa temas como la participación social nos

ayuda a colocarnos en un camino hacia la construcción de una

sociedad más humana, justa y fraterna. Por ello reflexionar y

cuestionarnos al respecto supone enfrentar la realidad con in-

terrogantes: ¿Cómo romper inercias sistémicas tan arraigadas

a una cultura posmoderna neoliberal?, ¿Bajo qué condiciones y

procesos sociales, los individuos de un

sector poblacional que comparte espa-

cial y estructuralmente determinadas ca-

racterísticas, se involucran, de diversas

maneras, a las problemáticas de incum-

bencia social?, ¿Cuáles son los compo-

nentes del acto reflexivo individual que

diferencia a quienes deciden participar?,

¿Cómo se coordinan las voluntades indi-

viduales en una acción colectiva?

Respuestas a preguntas complejas

requieren un enfoque estructural, análi-

sis de los sistemas sociales coyunturales

y un esfuerzo de rigor investigativo. Sin

embargo, nos acontece reflexionar res-

pecto al valor protagónico de la persona

que se organiza y genera sinergias pro-

positivas que transforman su entorno.

Por ello recurro al antecedente de

hace ya más de tres décadas, cuando organismos internacio-

nales, como la Organización de las Naciones Unidas y posterior-

mente el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial,

reconocieron la importancia de la participación social para llevar

a buen término los proyectos destinados a prestar ayuda a los

diferentes países pobres. No bastaba con la eficacia guberna-

mental (o quizás porque más bien se dudaba de ella) o un buen

diseño de proyecto para que se pudiera cumplir el propósito de

prestar ayuda; se hacía necesaria la participación de lo que hoy

llamamos Organizaciones de la Sociedad Civil. Un primer esfuer-

zo colectivo que fructificó en la transformación de un yo por un

nosotros.

La obra de Talcott Parsons Teoría de la Acción Social, nos

ayuda a comprender la disyuntiva que se da en los movimientos

sociales, entre enfoque estructural y análisis micro social, entre

sistema e individuo, entre condicionamiento y libertad. Propone

la distinción de tres grandes sistemas: el de la personalidad, que

nos remite al conjunto de necesidades que motiva la acción de

los sujetos. El sistema social, que se refiere a las interacciones

entre individuos mediante roles funcionales. Y el sistema cultural,

que sirve como enlace remitiendo tanto significados colectivos

compartidos como la introyección subjetiva. Esta teoría nos per-

mite ir comprendiendo el comportamiento conjunto como un mo-

vimiento social creciente que posiblemente vaya requiriendo de

normas y valores que irán institucionalizando las masas.

Revisando algunos textos y derivado del trabajo académico

colegiado puedo compartir, adicionalmente, que para participar

en acciones sociales colectivas se deben

conjugar las siguientes condiciones:

Dimensiones objetivas (recursos ma-

teriales) que posibiliten la participación:

tiempo, libertad, recursos económicos y

educativos, salud, etc.

Dimensiones subjetivas (significados):

En términos de la percepción, evaluación

e interpretación están los sentimientos

de intranquilidad e insatisfacción; la in-

dignación como sentimiento moral con-

tra la injusticia, la responsabilidad en el

origen de los problemas sociales, per-

cepción de que el cambio es posible y la

necesidad de contribuir personalmente a

logro de objetivos colectivos.

Dimensión de poder: la posición de

poder y los roles individuales. Este con-

junto de dimensiones del contexto vital,

intervienen en la configuración de la decisión para participar, pero

entendidas de manera combinada. Por la tanto la participación o

no participación pueden interpretarse como el resultado de una

decisión individual construida de manera compleja, a partir de

la intervención de las dimensiones del contexto vital. Por ello es

fundamental que como ciudadanos, unos a otros, nos hagamos

conscientes de estas dimensiones para lograr una participación

colectiva organizada constructora de societas.

Finalizo con una frase de San Ignacio de Loyola que nos

anima a re-conocernos para que como consecuencia vayamos

construyendo, a partir del servicio y el amor, El Reino.

Conocimiento interno de tanto bien recibido para que yo,

eternamente reconociendo pueda en todo amar y servir.

ILUSTRACIÓN: PATRICIA VELAZCO