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Miró a los tubos casi riéndose de sí misma y pensando,
Nada sucede, para variar…
Pero dos días
después que Henrietta salió del hospital y que el doctor tomó las muestras del cáncer, Mary vio algo
en los tubos con apariencia de anillos de clara de huevo frito en el fondo de los tubos. Las células
estaban creciendo pero Mary no le dio mucha importancia pues antes ya con otros medios y cultivos
había visto que las células sobrevivían un tiempo y luego morían. Pero las células cancerosas de
Henrietta no solamente sobrevivían… estaban creciendo con una intensidad mitológica. Para la
mañana siguiente se habían duplicado. Mary dividió en dos los contenidos de cada tubo dándoles
de esta manera más lugar para crecer y en 24 horas las células se habían duplicado nuevamente.
Pronto ella estaba dividiendo los contenidos en cuatro tubos y luego en ocho. Las células de
Henrietta crecieron y llenaron todos los espacios que Mary les daba.
Y así nacieron las células HeLa
y junto con ellas, una nueva era en la ciencia médica.
La historia de la Polio
El mundo se encontraba en 1951 con la epidemia de Poliomielitis más grande de la historia. En
febrero del 52, Jonas Salk en la Universidad de Pittsburg anunció que él había desarrollado la
primera vacuna contra la Polio, pero que no podía empezar a ofrecerla a los niños del mundo hasta
que esta vacuna fuese probada en gran escala y se comprobara que era efectiva y segura. Para lograr
esta comprobación, se requería cultivar células en cantidad enorme a nivel industrial, cosa que nadie
en el mundo había logrado aun.
Antes del desarrollo de la vacuna, los departamentos de salud marcaban las casas en donde aparecía la
Poliomielitis (Wikimedia Commons)
La fundación nacional para la parálisis infantil (NFIP), una institución de caridad creada por el
presidente Franklin Delano Roosevelt, quien sufrió de parálisis por Polio, empezó a organizar las
más extensas pruebas realizadas, de la vacuna contra la Polio. Para esto, Jonas Salk inocularía a