m o s a i c o
c e n t r a l
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Construyendo nuestra realidad
Por Lic. Gerardo Martínez Águila
Responsable del Programa de Derechos Humanos del Instituto de Derechos Humanos
Ignacio Ellacuría, S.J. de la
IBERO
Puebla
ILUSTRACIÓN: MA. LISSETTE ROJAS TEJEDA
H
ablar del respeto a la vida en todas sus formas es reco-
nocer nuestra dignidad humana. De un modo específico,
la misma Compañía de Jesús a través de su paradigma
educativo plantea en la dimensión
Humanitas: “La forma-
ción universitaria debe contribuir a un crecimiento integral –cuerpo
y espíritu, intelectualidad y afectividad– de la persona humana, que
es el ornato, el esplendor y la perfección de la naturaleza racional y
de la naturaleza humana”.
(AGÚNDEZ, 2008)
Este paradigma como algunos teóricos lo han nombrado Ledes-
ma-Kolvenbach nos dice que “el humanismo es concebido por la
pedagogía jesuita como la afirmación y celebración optimista del ser
humano y de sus potencialidades para descubrir la verdad y hacer el
bien”. Sin embargo, la experiencia nos ha enseñado que esta integra-
lidad planteada tiene un principio de universalidad que se relaciona
con toda la humanidad, en un mundo donde las personas son exclui-
das debido a su religión, género u origen étnico. Este humanismo del
que nos hablan los jesuitas reconoce la igualdad y la dignidad de toda
persona y exhorta a los integrantes de la sociedad a trabajar en ello.
Por lo anterior, es indispensable reflexionar desde los espacios
educativos ¿cómo se abona a la construcción de la formación integral
desde el enfoque de los derechos humanos? Si bien es cierto que la
lucha por los derechos fundamentales a través de la historia ha busca-
do que el fin último sea tener una vida digna, actualmente enfrentamos
una terrible crisis humanitaria (desaparición forzada, tortura, feminici-
dio, trata y tráfico de personas, etc.) en donde la búsqueda de la ver-
dad y la justicia se han convertido en un pensamiento utópico. Es por
ello, que la dimensión
Humanista
es clave para la formación de toda
persona, ya que implica que nuestra conciencia e inteligencia respon-
dan a la realidad en la que vivimos y a ser sensibilizados para contribuir,
de manera efectiva, a la transformación social haciendo el bien.
Ahora ¿cómo interiorizamos esta realidad hacia el otro o la otra,
si cada día nos distanciamos más de nuestra humanidad? La firme
convicción del jesuita Pedro Arrupe
“No me resigno a que, cuando yo
muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido”
, nos invita a trabajar
juntas y juntos en el respeto a la vida en todas sus formas y debemos
comenzar a construir caminos de paz para tener un mundo mejor. Son
grandes los desafíos que nos quedan por enfrentar pero al ser defensor
en derechos humanos aún tengo fe y esperanza de que lograremos po-
tenciar nuestra existencia y trascender a través de nuestra contribución
a la formación de la de dignidad de toda persona.
Bibliografía
AGÚNDEZ AGÚNDEZ S.J., Melecio (2008), “El paradigma universitario Ledesma–Kolvenbach”, en
Revista de Fomento Social
nº 252 (octubre-noviembre 2008), pp. 603-631
“La dimensión
Humanista
es clave
para la formación de toda persona,
ya que implica que nuestra conciencia
e inteligencia respondan a la realidad
en la que vivimos y a ser sensibilizados
para contribuir, de manera efectiva”