

m o s a i c o
c e n t r a l
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D
icen que cazamos sin razón, que matamos por el mero gusto de hacerlo. En-
contramos un oscuro placer en la tortura, en el sometimiento y en ejercer control
sobre todo aquello que nos rodea. Ningún animal mata por el placer de hacerlo, a
excepción del ser humano. Hemos ido devorando nuestro entorno y llenándolo de
máquinas, concreto y acero. Todo eso que destruimos nunca volverá a nacer. Lo sabemos,
y de cierta forma nos da gusto.
Somos ruines también con las emociones humanas, con nuestros propios “semejan-
tes”. No consideramos al otro como igual. No, siempre es menos que yo, el gran ego. El
otro se vuelve también manipulable, un instrumento vil para nuestros fines y si no, que le
pregunten a todos aquellos que han obtenido un poco de poder a costa de manipulaciones
y chantajes. Doblamos los valores y la filosofía a nuestra perversa forma de ver el mundo.
¡Qué tristeza!
En pocos momentos encuentro fe en la humanidad. A veces es a través de un video,
de una carta, de un mensaje de verdaderos portavoces de humanidad, término que hemos
manoseado tanto, que olvidamos su verdadero significado.
El tema aquí es que deberíamos comenzar a pasar a traspasar las fronteras del antro-
pocentrismo y empezar por respetar todo aquello que nos rodea, a todos aquellos quienes
nos rodean. “Salud mental” le llaman a vivir constructivamente, a dejar el ego y empezar a
cuidar del alter, del otro. El día que descubramos el amor a la vida en la mirada del otro,
sea quien sea, propio o ajeno, ese día descubriremos nuestro propio valor y nuestra razón
de ser. A fin de cuentas, somos y nos construimos a partir del otro.
El título de este texto se debe, querido lector, a que en el momento en el que lo escribo,
me encuentro mirando a mi gato. Él en su espacio, tranquilo, mirando fijamente a un pájaro
que picotea el pasto del jardín a un par de metros de nosotros. El gato no pretende atacarlo,
más bien lo mira con tremenda curiosidad. Y si eso puede hacer él, al que hemos cataloga-
do dentro de las “bestias”, ¿qué seremos capaces de lograr nosotros?
Desde los ojos de un gato
Por Mtra. Betzabé Vancini Romero
Egresada de la Maestría en Psicoterapia de la
IBERO
Puebla
ILUSTRACIÓN: EDITH HERNÁNDEZ DURANA