

f o r m a n d o
e l
m o s a i c o
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C
omunicar es elemental en la vida del ser humano. Lo
hacemos todo el tiempo. Para ello utilizamos diversos
medios que nos ayudan a que esta tarea se más sencilla
cuando no nos encontramos hablando frente a frente.
Remontarme a las señales de humo quizá sea ir muy atrás, pero
este proceso ha pasado por la carta, el telegrama, el teléfono, el
fax, el celular, el correo electrónico, Facebook, Twitter y múltiples
redes sociales con las que contamos hoy en día.
A pesar de que estas últimas redes han sido creadas para
acercarnos más a aquellos de los que nos encontramos geográ-
ficamente apartados, considero que han servido para alejarnos de
las personas que se encuentran junto a nosotros, pues nos encon-
tramos tan inmersos en tener que responder a tantos mensajes
virtuales, que ignoramos los mensajes que nos proporciona nuestro
entorno, nos cerramos a él.
¿Qué tan grande ha llegado a ser este problema para las per-
sonas que no pueden despegarse de su teléfono o computadora?
En cuanto a la salud se refiere, va empeorando, ya que los sentidos
se van dañando, las enfermedades por falta de movimiento, como
la obesidad sube sus porcentajes y en cuanto a nivel mental, va
haciendo que las personas cada vez lleven una vida más rápida,
se olviden de considerar los detalles, cuenta con una carga de
información innecesaria y se enajenen a tal grado de no buscar
soluciones, sino crear un conformismo y una zona de confort. Por
otra parte, se encuentra la interrelación humana, la cual cada vez va
siendo más difícil y va generando nuevas formas de violencia que
va más allá de la física. Con esto me refiero a la violencia psicológi-
ca y a la violación de la privacidad de cada individuo.
En cierta ocasión, tuve una amiga que había tenido una pelea
con su novio. Su principal preocupación fue cambiar su contraseña
de Facebook para que él ya no pudiera acceder a su cuenta y no
tuviera más control de su vida y no hubiera otra pelea, ya que el mo-
tivo era una conversación que ella había sostenido con otra persona.
Cuando me contó la situación, lo primero que le pregunté fue:
¿Por qué tu novio tiene tu contraseña si es algo personal? Su res-
puesta fue: “nos tenemos tanta confianza que hasta eso compar-
timos”. Me quedé reflexionando su respuesta y me di cuenta que
ahí estaba el problema y la paradoja, ya que es un despojo de algo
personal y la creación de unos celos infundados.
Pensé que su caso era aislado, sin embargo, tiempo después lle-
garon otras dos amigas con el mismo problema y me di cuenta que
era mucho más común de lo que pensaba. Por lo tanto, a la conclu-
sión que llegué es que para demostrar confianza a tu pareja hoy en día
es necesario no tener privacidad, con lo cual no estoy nada de acuer-
do, pues la privacidad es parte de quien eres y al dejarla expuesta o
dársela a alguien más, considero que ya no te queda nada propio, que
sea solamente tuyo.
Si a esto le sumamos los peligros constantes que hay en las
redes sociales por proporcionar demasiada información personal
y que tienen como consecuencia secuestros, trata de personas,
extorción, acoso y control sobre los demás, creo que en muy poco
tiempo iremos acortando más y más las esferas en las que el ser
humano se siente como lo que es, humano.
Dar un voto de confianza en una relación no significa regalar tu
privacidad o invadir la de tu pareja, sino creer en la otra persona.
Contrato de privacidad
Por Elena Gizli
ilustración: ARTURO CIELO RODRÍGUEZ