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f o r m a n d o

e l

m o s a i c o

[ 10 ]

E

n algún punto de la historia reciente, Méxi-

co pasó de ser un país risueño, agraciado

con múltiples particularidades culturales,

una historia compleja y una envidiable ri-

queza natural, a un anti-paraíso de violen-

cia, corrupción y ocaso moral.

Quizá, jamás en la historia del país la impunidad

había llegado a niveles tales: en un país como Siria,

abiertamente en guerra durante cinco años, han muer-

to alrededor de 250 mil personas, cifra no muy lejana

en un país como México (más de 100 mil muertos

y al menos 26 mil desaparecidos, con cifras oficiales

confusas). Si a esto añadimos las desapariciones for-

zadas (aquellas en las que está involucrado el Estado),

como en el caso de Ayotzinapa, entonces el escenario

es aún más alarmante y doloroso. Las desapariciones

forzadas en México no son insólitas, son sistemáticas.

Llevan años ocurriendo, sobre todo desde el inicio de

la insensata “guerra contra las drogas”.

La burbuja, afortunadamente, dejó de ser

cool.

Vivir ignorando una realidad que conlleva los horro-

res de cualquier guerra es imposible para cualquier

mente sensible.

Así, Ayotzinapa destapó una indignación que ya

muchos sentían al pensar en la gran cantidad de des-

aparecidos: personas generalmente de escasos re-

cursos, con pocas oportunidades y que por ello poco

cuentan para el sistema. Lo cierto es que Ayotzinapa

es la bandera de un antes y un después, incluso en la

forma en que la sociedad se mira a sí misma.

Aunque para algunos parece optimista el hablar

de un despertar mexicano, lo cierto es que ninguna

otra barbarie de las que se han sucedido desde el

inicio de la “guerra contra el narcotráfico” había cau-

SACAR LA VOZ

POR JONATHAN VERA VELÁZQUEZ

Alumno de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la

IBERO

Puebla

sado tal indignación. Quiero pensar que la historia de

México honrará la muerte de estos estudiantes como

un suceso que terminó alterando, para bien, el rumbo

de un país.

Pero también tengo la sensación de que si no so-

mos capaces de aprovechar la luz de estas 43 farolas

(que a la vez son decenas de miles) para guiarnos

hacia, hasta ahora, mítico despertar de México, en-

tonces podríamos retirarnos tranquilamente a ver el

futbol y seguir revolcarnos en las ruinas de un país

que alguna vez simuló ser un lugar privilegiado, am-

parados en esa fatídica tranquilidad que resulta de

desaprovechar una oportunidad inmejorable para

cambiar, de golpe, el destino de un país entero.

México ha tenido una historia (antigua y reciente)

violenta, somos muchos los que hemos sufrido en

algún nivel la violencia, se hablaba mucho de un des-

pertar general mexicano, incluso al principio se le lla-

maba la “primavera mexicana” aunque para algunos

parece optimista el hablar de un despertar mexicano,

lo cierto es que ninguna otra barbarie había causado

tal indignación.

No sé si ahora sí sea la buena. Pero me queda

claro que jamás había percibido tal tristeza y frustra-

ción como en este momento. Y si bien México está,

creo que indiscutiblemente, peor que nunca, tam-

bién puede afirmarse que durante los últimos años

se fortaleció un sector de la sociedad dispuesto a

canalizar su indignación en pequeñas acciones que

hoy perfilan como un contrapeso significativo sobre

la espiral degenerativa.

México tocó fondo. La mesa está puesta para re-

nacer y la continuación de esta historia está, y siem-

pre lo estuvo, en nuestras manos.

PERSONAS HAN

MUERTO EN

SIRIA, EN UNA

GUERRA DE

5 AÑOS

PERSONAS HAN

MUERTO Y AL

MENOS 26 MIL

DESAPARECIDOS

EN MÉXICO

250

Mil

100

Mil

ILUSTRACIÓN: CÉSAR BRIONES ESTRADA